lunes, 8 de agosto de 2016

Neoliberalismo, colonialismo y fundamentalismo contra un estado incómodo: Siria.






INTRODUCCIÓN.


Desde marzo de 2011 las grandes corporaciones mediáticas no han cesado de emitir noticias casi diariamente sobre el conflicto que sacude Siria, ese país de oriente medio del que sabemos poco más que su capital es Damasco y su ciudad más turística Alepo.

Pero es conveniente observar que se lleva mucho más tiempo poniendo la mirada sobre ese territorio y su gobierno. Por poner un ejemplo, El País del 4 de noviembre de 2010 nos regalaba un reportaje de Ignacio Álvarez-Ossorio titulado “La Siria de Bashar al Asad” en el que entre muchos tópicos se encuentran citas interesantes: “En sus memorias, el primer ministro británico Tony Blair confirma un secreto a voces: tras Irak, Dick Cheney se mostraba a favor de invadir Siria e Irán para destruir por completo el denominado Eje del Mal”.

Nos han dicho que todo comenzó supuestamente con las muestras solidarias de una parte de la población hacia el cambio “democrático” que estaba sucediendo en otros países norteafricanos, muestras a las que el gobierno respondió con una violencia atroz totalmente desproporcionada. Fruto de esa violencia es el nacimiento de una facción armada (no se sabe cómo) denominada por nuestros medios “rebelde”, “opositora”, “activista” que desde luego suena mucho mejor que “terrorista”, “mercenaria” o “ultraislamista" aunque a todas luces sean estos calificativos los que mejor definen su comportamiento.

Daba igual que pocos meses antes hubiéramos visto actos criminales indefendibles en Libia por parte de muchos de los que ahora están operando en Siria (incluso alguno relacionado con los atentados de Atocha). Daba igual que se supiese que la nueva fuente de jurisdicción en todos los países del “cambio primaveral” fuese a partir de ahora la Sharia, que incluye como faltas graves (en el mejor de los casos)la homosexualidad, el adulterio y la desobediencia de la mujer al hombre, pudiendo llegar a aplicar penas como la lapidación, el azote o la amputación de las manos. Estas y otras cosas no importaban porque se nos ha puesto de nuevo en la tesitura de aparentar complicidad con un régimen demoníaco si se nos ocurría levantar la voz contra los métodos o la ideología de los que plantean “cambiar las cosas” en ese país.

Y para desactivar la crítica en eso que llaman opinión pública hay que hacer varias cosas, y las han hecho muy bien:

• En primer lugar procurar que los destinatarios de la propaganda no conozcan la historia de Siria, en este caso. Ni la antigua ni mucho menos la más reciente, algo que intentaremos paliar.

• En segundo lugar crear una caricatura grotesca de la cabeza del gobierno a derribar que provoque, sin saber finalmente muy bien cómo, un rechazo generalizado y una responsabilidad personal absoluta sobre todo acontecimiento. El comportamiento o las formas histriónicas de algunos personajes ayudan de manera eficaz a esta propaganda. No todo va a ser mentir. También intentaremos afinar el retrato del que ha pasado a ser el nuevo Belcebú de nuestros democráticos gobernantes.

• Por último hay que dibujar los sucesos en clave humanitaria. El objetivo de las corporaciones mediáticas y de ciertas ONG al poner la vista en ese lugar no debe parecer otro que la búsqueda de la garantía al respeto de los derechos humanos. Que esto coincida constantemente con los intereses geoestratégicos de algunas potencias mientras se hace la vista gorda en otros lugares no creemos que sea mera coincidencia. No nos cansaremos de mostrar nuestra perplejidad por el hecho de que dos cadenas de televisión preocupadas por el respeto a los derechos humanos en lugares como Libia, Egipto o Siria, Al Jazeera y Alarabiya, pertenezcan a las sendas monarquías feudales de Qatar y Arabia Saudí,países en los que la palabra “democracia” es un chiste y a los que se les ha olvidado firmar una serie de convenciones internacionales de derechos humanos como la relativa a la desaparición de personas, la convención contra la tortura, la de los derechos de la mujer, la de libertades políticas, en fin, peccata minuta. 

Nuestro ministro de defensa viajó el fin de semana del 12 de mayo de este año al país arábigo para ultimar la venta de carros de combate por valor de 3.000 millones de euros, operación posteriormente avalada con un viaje monárquico, pero no hemos leído en ningún medio de comunicación excusas sobre esta venta como las que dio el anterior gobierno español ante la venta de unas patrulleras al gobierno venezolano.

Debe ser por la crisis. Las contradicciones de los argumentos humanitarios se escapan por las costuras del silencio y la mentira con la que está construido mediáticamente el nuevo conflicto, en este caso en Siria. Vamos, finalmente, a ver quiénes son los actores humanitarios y qué curriculum portan.

El que hayamos elegido poner la vista en este conflicto y destapar las miserias de las potencias económicas, y de las ONG y corporaciones mediáticas a su servicio obedece a la perplejidad que nos asalta al comprobar la reacción de gran parte de la población tras digerir la dosis de mentiras diarias. Si logramos comprender su funcionamiento con el ejemplo que nos ocupa podremos estar un poco más preparados para las patrañas del futuro y desde esa atalaya organizar la resistencia.

Mucho nos tememos que la violencia no se detendrá en Siria incluso después de una más que posible intervención militar descarada. Los últimos movimientos indican una vuelta al imperialismo decimonónico con la fuerza bruta como principal característica, y un avance hacia oriente que recuerda los intentos de Napoleón o Hitler. Eso sí, esta vez en defensa de la democracia.

INDICE.

LOS MASS MEDIA CONTRA SIRIA.

¿Opositores desarmados? - Blogueras barbudas y muertas que resucitan - Curso avanzado de Photoshop y otras triquiñuelas - El truco de la guía telefónica - Los observadores de la Liga Árabe, silenciados por los mass media - Periodistas “encamados” - Fuentes “independientes” - El bochornoso papel de Al Jazeera - Lo que los medios ocultaron sobre la matanza de Houla - El montaje de la masacre en la cola del pan de Halfaya - La prensa y los intelectuales “de izquierda“ se apuntan a un bombardeo - La irrupción de nuevos medios alternativos en Internet.

SIRIA Y LA RECURRENTE EXCUSA DEL “INTERVENCIONISMO HUMANITARIO”.

Bernard Kouchner, precursor del “principio de injerencia humanitaria” - Las ONG al servicio del intervencionismo “humanitario” - Las ONG contra Siria

ANEXOS: 

• ANEXO 1: la ayuda humanitaria como arma (p. 21) - Provocando una crisis humanitaria: el ejemplo de Homs - La ofensiva mediatica de las ONG en apoyo de los "rebeldes" - Las ONG, parte del aparato logístico de los "rebeldes"
• ANEXO 2: El fundador de REPORTEROS SIN FRONTERAS, candidato fascista (p. 24)
• ANEXO 3: Amnistía Internacional, colonialismo con un rostro amable (p. 24)
• ANEXO 4: ¡OLVIDA LO QUE HAS VISTO! UNA DESPEDIDA DE AL JAZEERA (p. 26) - Una emisora en descenso - Los errores se convierten en la norma - Un rehén se
convierte en un desertor - “Esto es un despacho de la Hermandad Musulmana“ - Ministros se convierten en profetas.

LOS MASS MEDIA CONTRA SIRIA.

La mentira ha sido siempre la primera víctima de la guerra. Hoy día, la guerra tan solo es posible gracias a la complicidad de los medios de comunicación: a través de los media se distribuyen historias que nada tienen que ver con la realidad, pero que han sido convenientemente preparadas para impedir movilizaciones antimilitaristas y/o antiimperialistas. Para ello, los media convierten a las víctimas en monstruos para justificar su exterminio, y eliminan cuidadosamente cualquier información que pueda contradecir la versión oficial del conflicto. A la caida del muro, que provocó un desencanto y desmobilización masivas entre las filas de la izquierda, se unió la aparición de la internet y las tecnologías digitales, con sus infinitas posibilidades de manipular creando realidades artificiales (Photoshop es sólo un ejemplo), dando lugar a una tremenda desorientación entre la izquierda, Movimiento Libertario incluido. La aceptación sin reflexión de aquello que el poder, a través de los Media, nos pretende hacer creer, ha provocado una pasividad antaño impensable frente a lo que son claras agresiones militares contra países que difícilmente pueden defenderse, e incluso una defensa abierta y militante de la verdad de los media frente a cualquier llamada a la reflexión.

Aparte del frente militar representado por la OTAN y sus mercenarios disfrazados de “rebeldes”, los grandes medios de comunicación están jugando un papel crucial a la hora allanar el camino para la agresión militarista contra Siria. Los patrones de la acción intoxicadora de los mass media contra este país árabe son muy parecidos a los usados hace bien poco contra Libia, pero tampoco son muy distintos a los ya vistos en Kosovo o Chechenia. Ante todo se trata de aprovechar la violencia provocada por grupos armados y entrenados por la OTAN para achacársela al enemigo, que es, paradójicamente, quien pone la mayoría de los muertos en muchos casos. O dicho de otra manera: la función cumplida por los medios desinformativos en conflictos como el de Siria consiste en convertir a las víctimas en verdugos y a los verdugos en víctimas.

Para ello, nuestros periodistas no dudan en manipular el lenguaje, descontextualizar (o incluso manipular) imágenes, ocultar los intereses de las grandes potencias, fabricar historias y personajes, jugar con la sensibilidad de la opinión pública para impedir todo análisis racional, basarse descaradamente en fuentes del bando pro-OTAN ocultando otras versiones... Y a veces, simple, y llanamente, mentir.

¿Opositores desarmados?

La violencia en Siria aparece, como en Libia, en el contexto de la llamada por la propaganda occidental “Primavera Árabe” y tiene características similares a la del país magrebí. En ambos casos tenemos gobiernos con matices antiimperialistas más o menos marcados y con un fuerte componente nacionalista árabe, atacados por grupos organizados de la extrema derecha islamista asimilables a ese engendro que Washington llama Al Qaeda. Sin embargo en ambos países los principales medios occidentales equiparan a estos grupos armados con manifestantes pacíficos que pedían reformas al gobierno (que los había y protestaban legítimamente). Pero, a medida que avanzaba la violencia, la mentira iba quedando cada vez más al descubierto. Así, a principios de junio de 2011, los medios nos informaban de que (¡nada más y nada menos!) 120 policías morían en enfrentamientos con esos “opositores desarmados” que, según nuestros periodistas, son el grueso de la oposición siria. La pregunta ante esta burla a la lógica racional es obvia: ¿cómo es posible que civiles desarmados puedan acribillar a balazos a 120 miembros de las fuerzas de élite del estado sirio? Eso mismo se preguntó la cadena de noticias latinoamericana TeleSur (2). Gracias a esta cadena, por cierto, nos enteramos que muchas de las bombas de los grupos armados opositores sirios amigos de occidente tenían como objetivo los dos oleoductos que recorren el país de este a este; queda claro aquí que una de las metas de la manipulación de nuestros mass media es ocultar las mezquinas motivaciones económicas de las potencias atacantes.

Blogueras barbudas y muertas que resucitan.

Pero esta estrategia manipuladora tuvo capítulos aún más vergonzosos. Uno de ellos fue la emotiva historia de una valiente bloguera siria lesbiana (Amina Abdalla Arraf al-Omari) que supuestamente narraba desde la clandestinidad las atrocidades del “régimen” de Al Assad. 

El engaño duró 106 días (del 19.02.1011 al 06.06.2011), hasta que se descubrió que no había tal bloguera siria y que el propietario del blog era un norteamericano (un señor con toda su barba) afincado en Escocia (Tom McMaster) que usaba una foto de una joven croata residente en Londres (que, por otra parte, nada tenía que ver con Siria) para engañar a sus lectores (3). Pero las manipulaciones de McMaster no habrían sido tan útiles a la causa del militarismo otánico si las medios no las hubieran voceado a los cuatro vientos sin ni siquiera hacer una mínima indagación sobre su veracidad. Y es que las historias de mujeres (y mucho más lesbianas) amenazadas por el “malvado” de turno (ya en las guerras yugoslavas las falsas violaciones masivas demostraron ser una poderosa arma de propaganda (4) es un anzuelo perfectamente bien cebado para el público de izquierdas.

Otro episodio bastante escandaloso fue el de la desaparición de la joven siria de 18 años Zainab Al-Hosni. Según grupos de opositores sirios amigos de nuestros medios y la ínclita ONG Amnistía Internacional, la joven había sido detenida por el régimen y posteriormente mutilada y decapitada. Zainab Al-Hosni se acabó convirtiendo en un símbolo para la oposición siria, “la primera mártir de la Primavera Siria”. Sin embargo,la supuesta difunta no tardó mucho en aparecer en la TV pública siria con la cabeza en su sitio, explicando que no había sido raptada por la policía de Al Assad sino que se había escapado de casa por una riña con sus padres . Esto fue reconocido a la postre por algunos de los grandes medios occidentales pero siempre con la boca pequeña y desde artículos minúsculos en las últimas página de la sección de “internacional”. Y por supuesto sin pedir disculpas por el daño causado (5).

Curso avanzado de Photoshop y otras triquiñuelas. 

Otro ardid no menos vergonzoso usado por los medios para denigrar a Siria y a sus autoridades ha sido el uso de imágenes de otros lugares para ilustrar la supuesta represión del “régimen” de Al Assad. Así la TV siria (6) y Paul Joseph Watson en el blog Prison Planet (7) denunciaron que los mass media occidentales estaban usando un vídeo grabado en Iraq en los años 90 y difundido por la cadena qatarí Al Jazeera para mostrar al ingenuo televidente la represión ejercida por el ejército sirio contra la oposición. Al parecer un testigo ocular de nombre Salim Ali vio las imágenes y llamó a los estudios de la televisión estatal siria para ubicar las imágenes en el pueblo de Al Baida en Iraq en los años 90 donde, en frente del comercio que regentaba este testigo, dos personas fueron abatidas a tiros. Igualmente, la cadena Annur TV, primer canal musulmán latinoamericano, denunció cómo los medios occidentales estaban difundiendo imágenes de motines en Siria que habían ocurrido realmente en Bahrein, país donde occidente nunca va a dejar florecer a la “Primavera Árabe”, por la sencilla razón de que el gobierno de ese país del Golfo Pérsico, una monarquía feudal al estilo de las del resto de la península arábiga, es un gobierno amigo. Y para dar mayor realismo se recortaron con un programa de retoques fotográficos las banderas de Bahrein que llevaban los manifestantes y se añadieron banderas sirias e incluso carteles con eslóganes anti Al Assad, que, según se puede apreciar en algunas secuencias, nadie sujeta (8).

Pero nuestros periodistas no solo son aficionados al trucaje de imágenes y al Photoshop, también son expertos en la manipulación de efectos de sonidos. De un caso muy sonado (nunca mejor dicho) de este tipo de montajes fue responsable la CNN, cadena con un largo historial de intoxicación informativa, especialmente en Irak y Yugoslavia.Esta cadena sobrecogió a su público con el testimonio de un opositor Sirio de nombre Danny Abdul-Dayem (y apodado por los norteamericanos Syria Danny) que en el programa del periodista Anderson Cooper narraba en directo desde Siria las atrocidades del “régimen” de Al Assad con un espectacular sonido de disparos y bombas de fondo. Sin embargo se descubrió que todo era un fraude y que los sonidos procedían de una grabación. Incluso se filtró a Internet un clip donde a Syria Danny se le oye decir a alguien: “¿Le dijiste que tuviera preparados los disparos?” (9)

Otro truco tan socorrido como burdo ante la falta de masas opositoras es usar imágenes de multitudinarias manifestaciones pro-Al Assad y convertirlas en manifestaciones de signo contrario. Lo grave del caso es que, por mucho que el pie de foto nos diga que la muchedumbre es el pueblo sirio que ha salido a la calle para protestar contra la represión gubernamental, si uno se fija bien, puede ver a los manifestantes con retratos de Al Assad y banderas sirias con dos estrellas verdes en la franja central (frente a las banderas con tres estrellas rojas que usan los opositores.) Otras veces las multitudinarias manifestaciones pro-Al Assad simplemente se han silenciado en los medios de comunicación occidentales a la vez que se han hinchado escandalosamente las cifras de las manifestaciones de la oposición. Un caso de esto último fue la cobertura de una manifestación opositora en Hama de 10.000 personas que fue convertida por obra y gracia de Agence France Presse (AFP) en una manifestación de medio millón de opositores. Por suerte el profesor de historia y ciencias políticas galo Pierre Piccinin estuvo allí y denunció estos manejos de la agencia francesa de noticias (15).


El truco de la guía telefónica.

Y ¿qué decir de las listas de víctimas de la represión del “régimen” de Al Assad que manejan nuestros medios? Pues que muchas de esas víctimas están vivas. No es la primera vez que ocurre: ya en la guerra de Bosnia un buen número de personas supuestamente masacradas en Srebrenica por los serbios acudieron a votar en las elecciones del año siguiente al que ocurriera la “matanza” (16). En el caso de Siria los medios de comunicación han estado manejando cifras totalmente inventadas por los grupos opositores al gobierno de Al Assad. Esto se hizo patente a finales de noviembre de 2011 cuando el periodista francés residente en Siria y director de Red Voltaire Thierry Meyssan denunció cómo un grupo de la oposición siria ante la insistencia de ciertos profesionales de la información para que dieran una lista de víctimas presentó una lista de 300 nombres que resultaron estar tomados de la guía telefónica de Damasco. Por eso cuando se intentó contactar con las primeras 40 personas de la lista resultó que estaban todas vivas (17). Pero es que incluso los observadores de la Liga Árabe, que tuvieron buena prensa en occidente hasta que reconocieron en un informe lo violento de los métodos de la oposición siria, censuraron la labor manipuladora de nuestros medios. Citamos textualmente ciertos pasajes del informe:

“29. La Misión también se ha dado cuenta de que, según sus equipos sobre el terreno, los medios han exagerado la naturaleza de los incidentes y el número de personas muertas en los incidentes y las protestas en ciertas ciudades” (...)
“68. Desde que empezó su trabajo, la Misión ha sido el blanco de una despiadada campaña mediática. Algunos medios han publicados afirmaciones falsas que han atribuido a la Dirección de la Misión. También han exagerado groseramente los hechos, distorsionando por tanto la verdad.”
“69. Tales informaciones inventadas han contribuido a incrementar las tensiones en el pueblo sirio y a dinamitar el trabajo de los observadores. Algunas organizaciones mediáticas han sido explotadas para difamar a la Misión y a su dirección y han motivado que la Misión fracase” (18).

Los observadores de la liga arabe silenciados por los mass media.

No es extraño pues que el esperado informe de los observadores de la Liga Árabe fuera ocultado por los grandes media al público. Algo parecido a lo que pasó en septiembre del 1999 cuando los forenses (policías y guardias civiles españoles con experiencia en certificar el genocidio de Ruanda) que estudiaban la supuesta limpieza étnica perpetrada por los serbios contra los albaneses en Kosovo dijeron que no había “ni rastro de genocidio” (19). Entonces la mayoría de la prensa bloqueó esta incómoda información. Tan sólo El País se hizo eco del informe en una (¡una sola frente a miles que publicó para incriminar a los serbios!) noticia pequeña, sepultada en las páginas interiores, con una foto que redundaba en la culpabilidad de los serbios (y por tanto contraria al contenido de la noticia), una noticia que, además, fue olvidada al día siguiente por este diario que siguió hablando alegremente de 10.000 albaneses masacrados por los serbios en Kosovo como si el informe de los forenses nunca hubiera existido.


(11)  (12)  (13)  (14)



Periodistas "encamados".


Más inquietante aún es el curioso fenómeno de los periodistas incrustados (o “encamados”, del inglés “embedded journalists”) del que hemos tenido ejemplos harto elocuentes en Siria. 

Uno de los primeros casos en salir a la palestra fue el del periodista francés Gilles Jacquier, que estaba en Siria trabajando para una cadena de televisión belga. Jacquier estaba “incrustado” en una manifestación progubernamental cuando fue asesinado por un obús que alguien disparó contra la manifestación. Eso fue en febrero de 2012.

 De repente nuestros periodistas se pusieron nerviosos: se sabía que la manifestación era pro-Al Assad porque lo había dejado bien claro Nick Robertson, corresponsal de la CNN (o sea, nada sospechoso de ser pro-sirio), desplazado a la zona caliente de Homs, y así, TVE, ante la disyuntiva de culpar a Al Assad de matar a sus propios seguidores o culpar a la “pacífica” oposición, se decantó para no cubrirse más de gloria por esto último.

 Lo curioso fue la actitud del diario de “izquierdas” Público que con la mayor desvergüenza del mundo silenció la autoría de los disparos de mortero y dijo que el periodista francés había muerto “en una explosión de origen (...) indeterminado” (20). ¡Ni TVE ya regida por el gobierno conservador del PP se atrevió a manipular tanto a la opinión pública!

 Más curioso aún es el caso de los periodistas incrustados en la filas “rebeldes”. Uno de ellos fue el corresponsal de la BBC Paul Conroy. 
Conroy, muy alabado por nuestros informadores por lo “intrépido” y “valiente” de sus crónicas periodísticas, se incrustó en las filas de los “rebeldes” sirios que tomaron Homs temporalmente, donde fue herido. Durante días, mientras el ejército sirio intentaba expulsar a los mercenarios otánicos de dicha ciudad, muchos medios esparcieron rumores sobre el estado de salud de Conroy, deseosos como estaban de nombrarle “mártir de la libertad de prensa” y de cargarle el muerto a Al Assad. Sin embargo, el ejército permitió su evacuación y entonces aparecieron en Internet ciertas fotos en las que el “intrépido” periodista aparecía confraternizando con los “rebeldes” libios, culpables de cometer multitud de crímenes contra la población civil. Especialmente reveladora era una foto de Conroy junto con Abdelhakim Belhajd, líder de los yihadistas libios que los mismos servicios secretos de EE.UU. relacionan con Al Qaeda y con el comando terrorista que puso las bombas en los trenes de Madrid el 11 de marzo de 2004 (21).

Casos similares, aunque con resultados algo más trágicos fueron los de la reportera del Sunday Times, Mary Colvin, y el fotógrafo francés Remi Ochlik. Ambos periodistas se habían introducido en Siria de manera ilegal, incrustados en grupos armados opositores y por tanto el gobierno de Al Assad ni sabía de su estancia en Siria ni por tanto podía protegerlos. El caso es que resultaron muertos en un enfrentamiento de estos grupos con el ejército sirio y los medios occidentales pusieron el grito en el cielo, utilizando el trágico episodio para difundir la idea de que Al Assad y su régimen mataba periodistas para que no informaran al mundo de sus atrocidades. Sin embargo, solo hace falta acudir a las hemerotecas para darse cuenta de que ambos periodistas, y en especial Marie Colvin, ya que era más veterana, no era la primera vez que actuaban de intoxicadores informativos a favor de la OTAN y los grupos armados respaldados por ésta. Ochlik había estado incrustado como fotógrafo en los grupos de “rebeldes” libios relacionados con Al Qaeda, a los cuales fotografió en poses heroicas (22). 

De las víctimas de estos asesinos, sin embargo, no hizo fotos. Por su parte, Marie Colvin, también estuvo incrustada en estos grupos armados libios poniéndose al servicio de éstos y diseminando información intoxicada, como por ejemplo el bulo que dio lugar a la guerra de Libia, a saber, que “Gadafi estaba bombardeando a su propio pueblo”(23). En estas cuestiones Marie Colvin tenía amplia experiencia pues ya en diciembre de 2000 la periodista británica escribió un artículo en el que se inventó que Sadam Hussein había construido una bomba atómica (24) para así justificar una intervención militar occidental en Irak, que como sabemos, se haría realidad en 2003. Poco después, el periodista disidente y director de Red Voltaire Thierry Meyssan, presente en el escenario bélico, se preguntó si estos periodistas no estarían trabajando para los servicios secretos franceses e ingleses y si incluso alguno de ellos no estaría disparando algo más que su cámara para el bando “rebelde” ya que llevaban puesto uniforme militar (25). Irónicamente si a alguien le importa un bledo la vida de los corresponsales occidentales desplazados a la zona del conflicto es precisamente a la oposición armada siria. De eso se dio cuenta el periodista del Channel 4 de la BBC Alex Thomson, quien denunció en el periódico británico The Guardian que un grupo de “rebeldes” sirios le condujeron a él y a su equipo a una trampa donde estuvieron expuestos al fuego enemigo pues, la oposición armada siria, “los periodistas muertos dejan en mal lugar a Damasco” (26).



Fuentes “independientes”.

Estos supuestos “rebeldes” sirios, por otra parte, parecen ser (junto con los medios informativos de la monarquías del Golfo, con Al Jazeera a la cabeza) la principal fuente de información de nuestros “objetivos” mass media.

En efecto, rara vez nuestros periodistas difunden información sobre “las atrocidades del régimen de Al Assad” sin basarse en fuentes “rebeldes” y por tanto se nutren de información parcial y susceptible de estar intoxicada. Incluso son los propios profesionales de la información los que reconocen públicamente en muchas ocasiones que las historias sin confirmar, los vídeos y fotografías borrosos y ambiguos, y las fuentes no debidamente identificadas vienen de las filas opositoras. Y sin embargo, los grandes medios no tienen ningún reparo en difundir este tipo de noticias de dudosa veracidad.

Un ejemplo de estas fuentes que son parte interesada en el conflicto es el llamado Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, que es una de la principales fuentes de información de nuestros medios. Éstos han hecho pasar a este oscuro organismo por una sociedad filantrópica que redacta informes independientes sobre la trágica situación de Siria. Pero nada más lejos de la realidad, sin embargo. Esta ONG con sede en Londres está dirigida por Rami Abdel Rahman, un sirio exiliado en Londres y vinculado a los Hermanos Musulmanes, organización árabe de ultraderecha que se la tiene jurada desde décadas al laico régimen de Siria. Además hay pruebas de que las organizaciones con las que trabaja el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos reciben financiación de la administración estadounidense (27).

El bochornoso papel de Al Jazeera.

Como en el caso de la agresión de la OTAN a Libia, Al Jazeera, Al Arabiya y otras cadenas de las retrógradas monarquías del Golfo Pérsico lideran la guerra sucia informativa contra Siria.
Ya durante el conflicto de Libia la cadena Al Jazeera, propiedad de la familia real de Qatar, se dedicó a producir información manipulada que era servida a los medios occidentales quienes la difundían sin preguntarse por su veracidad. Y ello a pesar de que, como todo el mundo sabe, Qatar y otras petromonarquías del Golfo han tenido un papel clave en el conflicto libio y también en el sirio. 
Ya en mayo de 2011 cientos de sirios se concentraron frente a las oficinas de Al Jazeera en Damasco para exigir que no se manipulara la información sobre la violencia en el país árabe (28). Poco antes la cadena Al Jazeera había filmado una supuesta manifestación multitudinaria organizada en Moscú en contra de Al Assad y a favor de la oposición. No había que ser muy suspicaz (Rusia es un país aliado de Siria y el gobierno de este país árabe cuenta con mucho apoyo entre la población rusa) para descubrir el engaño. En realidad Al Jazeera había aprovechado las multitudinarias manifestaciones del Primero de mayo en Moscú para colocar actores contratados y rodar un reportaje de una falsa protesta popular contra Al Assad en Rusia (29).

Al Jazeera ya demostró su gusto por este tipo de montajes durante la guerra de Libia, cuando filmó con actores y decorados la entrada triunfante de los “rebeldes” libios en una falsa plaza Verde de Trípoli situada en realidad en Doha (Qatar) (30).

Más grave aún es el apoyo logístico de Al Jazeera a las sangrientas acciones de los grupos opositores armados sirios. Según la cadena rusa RT, Al Jazeera ha suministrado dispositivos de comunicación vía satélite a los grupos de “rebeldes” sirios que luchan contra el gobierno de Al Assad. Así, se introdujeron en Siria teléfonos vía satélite ilegalmente desde Turquía, Líbano y Jordania, según dijo Alí Hashem, ex reportero de Al Jazeera, al diario libanés As-Safir. Y Ali Hashem no es el único periodista que ha abandonado Al Jazeera en protesta por la manipulación a la que la cadena qatarí está sometiendo a la información sobre el conflicto sirio. Gracias a unos correos electrónicos entre periodistas de Al Jazeera interceptados por hackers sabemos que el grado de descontento entre la plantilla de la cadena qatarí es considerable por la cobertura “sesgada y poco profesional” (las palabras son textuales) de lo que está ocurriendo en Siria. De hecho en uno de los correos interceptados la presentadora de Al Jazeera Rula Hibrahim dijo al ex corresponsal en Beirut Ali Hashem que “se había vuelto contra la revolución” en Siria tras convencerse de que ésta “arruinaría al país y desembocaría en una guerra civil”.Todo esto le valió a Hibrahim la enemistad de sus colegas de la sede central de la cadena en Doha. Éstos, según la díscola periodista de Al Jazeera, la habían humillado públicamente (“han fregado el suelo conmigo porque abochorné a Zuheir Salem, portavoz de los Hermanos Musulmanes de Siria. En consecuencia, me impidieron realizar entrevistas sobre Siria y me amenazaron con trasladarme al horario nocturno con el pretexto de que estaba alterando el equilibrio de la cadena”). También airearon en los correos interceptados que el responsable de la cobertura informativa sobre Siria en la cadena, Ahmad Ibrahim, es hermano de Anas al-Abdeh, un destacado miembro de la oposición del Consejo Nacional Sirio (31). Ésta parece ser la “democracia interna” que reina en este medio informativo tan elogiado por los periodistas occidentales.

Lo que los medios ocultaron sobre la matanza de Houla.

El 25 de mayo de 2012 los mass media nos sobrecogían con la noticia de una masacre supuestamente perpetrada por el ejército sirio en la localidad de Houla, no muy lejos de la problemática ciudad de Homs. Esta noticia, de gran impacto emocional en el público, sin duda perseguía lo mismo que ya en 1999 persiguió (y consiguió) la matanza de Raçak en Kosovo: fabricar un casus belli que funcionara como excusa para que la OTAN bombardeara Siria bajo una coartada “humanitaria”. Pero la verdad sobre estos sucesos empezó a salir a flote pronto.
A las pocas horas de que las grandes agencias de prensa occidentales hicieran circular la noticia, ya había un desmentido: la foto que se estaba usando para ilustrar la terrible matanza (puesta en circulación por la BBC) no fue tomada en Houla, Siria, en 2012, sino en Irak en 2003. Al publicar la foto, la BBC se inventó que ésta había sido enviada a la emisora británica por un activista sirio desconocido. La BBC reconoció que era imposible verificar su autenticidad, aún así publicitó la imagen sin ningún reparo. Elcaso es que al poco tiempo de la difusión de la foto el fotógrafo italiano Marco di Lauro se llevó una gran sorpresa cuando descubrió que era una foto que él mismo tomó el 27 de marzo de 2003 durante la guerra de Irak y en la que se ve a un niño que salta entre decenas de cadáveres de víctimas de las “bombas humanitarias” de EE.UU y sus aliados, cadáveres que aparecen cubiertos por bolsas blancas(32). 

Tras el “lapsus” de la BBC, de cuyo desmentido los grandes medios apenas se hicieron eco, los profesionales de la información nos mostraron unas fotos espantosas de víctimas, esta vez sí, de la localidad siria de Houla, la mayoría de ellos niños. 

Según nuestros mass media, los cadáveres se correspondían con víctimas del ejército de Bashar Al Assad, que no tuvo escrúpulos morales en matar niños que, según nuestros periodistas,eran “opositores que estaban manifestándose” en Houla contra la arbitrariedad del gobierno (?). Sin embargo, al ver las terribles fotos, a un observador perspicaz no se le pueden escapar ciertos detalles que contradicen la versión oficial. 

Para empezar, los cuerpos de los niños no están mutilados, algo típico de los muertos en un bombardeo.Por otra parte, los cadáveres no presentan heridas por los impactos de la metralla típica de los ataques con bombas, sino que mayormente presentan una única herida mortal. Finalmente, los cuerpos no están cubiertos del polvo que se levanta por el derrumbamiento de elementos arquitectónicos y por el impacto de las bombas contra el suelo.

Todas estas características sí se pueden ver, en cambio, en las víctimas del atentado con bomba ocurrido en Damasco el 10 de mayo de 2012 y que se atribuyó el grupo yihadista Al-Nusra. En esa ocasión los cadáveres quedaron tan deformados y cubiertos de polvo que apenas parecían seres humanos. Y para complicar más las cosas, al poco tiempo apareció en los medios informativos de Internet la noticia de que los fallecidos en la masacre eran, en realidad, gente que apoyaba al gobierno de Al Assad (33).

Entonces ¿qué pasó realmente en Houla? Según el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), periódico conservador y occidental y por tanto nada sospechoso de ser pro Al Assad, la masacre de Houla fue en realidad cometida por grupos sunitas opositores al gobierno sirio. Según un artículo del FAZ publicado el 7 de junio de 2012(34) las víctimas eran miembros de las minorías chií y alauí (a esta última pertenece el propio Al Assad) que constituían en torno al 10% de la población de Houla frente a la mayoría suní (escenario perfecto, por tanto, para poner en práctica la política de “divide y vencerás” que la OTAN patrocina).Según el artículo, la matanza se produjo tras un ataque de milicias sunitas a tres retenes del ejército en las afueras de Houla, destinados a proteger a la minoría alauí. Durante los 90 minutos que duró el combate (el tiempo que tardaron en llegar refuerzos del ejército gubernamental) los milicianos sunitas pudieron perpetrar una masacre entre familias que pertenecían a estas minorías religiosas con disparos a quemarropa o degollándolos. Así, varias decenas de miembros de una misma familia alauí, los Shomaliya, fueron asesinados, al igual que la familia de un miembro suní del parlamento, considerado por los yihadistas como un “colaboracionista”. Finalmente, los yihadistas solo tuvieron que filmar a sus víctimas y presentarlos como víctimas suníes de la violencia del gobierno Sirio. Del resto del trabajo sucio se encargaron nuestros medios.


El montaje de la masacre en la cola del pan de Halfaya.

Uno de los montajes de nuestra prensa que se ha acabado por convertir un clásico en los escenarios bélicos son las masacres en las colas del pan. ¿Quién no se conmueve ante la visión de una cola de civiles famélicos que esperan a recibir su ración de pan mientras los mismos malvados que les hacen pasar hambre los bombardean? El impacto en el consumidor de noticias está asegurado porque, además,siempre suele acontecer en un momento clave dentro del desarrollo del conflicto.

Esto fue lo que pasó en Sarajevo durante la guerra de Bosnia, concretamente el 27 de mayo de 1992. Justo en ese momento el influyente diplomático británico Douglas Hurd (quien pensaba, con razón, que las filas del bando musulmán combatiente en Bosnia estaban llenas de peligrosos fundamentalistas islámicos) visitaba Sarajevo. Fue entonces cuando hubo una explosión frente a una panadería, explosión que asesinó a 16 personas. Inmediatamente, los medios culparon a los serbios de haber lanzado un obús contra esos 16 civiles indefensos. Sin embargo, como ya denunciara el periodista belga Michel Collon en su libro Liar’s Poker frente a la panadería no había ningún cráter como los que dejan los obuses, por lo que había que pensar en un artefacto explosivo escondido en algún sitio cercano a la panadería. 

Además, como aseguró el Dr. Starovic, las víctimas presentaban heridas en las extremidades inferiores y no en la cabeza o en el tórax. Y por si fuera poco, el General McKenzie, comandante de los cascos azules de la ONU, reconoció que los medios de comunicación se habían congregado en el lugar antes de que la explosión ocurriese. De hecho, la calle había sido cerrada y luego se abrió para que se formase la cola. Por otra parte, Collon cita una última incongruencia: que la mayoría de las víctimas eran serbias.

Todo esto aparece en informes de la ONU que apenas tuvieron difusión, y eso es algo que incluso reconocieron los medios (35).

En realidad, lo que se buscaba era imponer un embargo de armas a Serbia y Montenegro mientras occidente armaba a hurtadillas a la facción bosnia musulmana y, por supuesto, cerrarle la boca a Douglas Hurd.

Este esquema, con alguna variación, se ha vuelto a repetir en Siria. Así, coincidiendo con la visita a Damasco del enviado especial de la ONU Lahmar Brahimi nuestros medios nos hablaron de una masacre de civiles que hacían cola para comprar el pan en la ciudad de Halfaya, en la provincia de Hama.

Para empezar, los grandes medios, siguiendo su habitual esquema manipulador y basándose (¡cómo no!) en datos del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, como sabemos vinculado a la oposición fundamentalista exiliada en Londres, empezaron por hablar de 60 víctimas mortales. Luego líderes opositores sirios a través del canal qatarí Al Jazeera, elevaron la cifra a 90 fallecidos. Más tarde, el blog Traducciones de la Revolución Siria frecuentemente usado como fuente de información por la web Rebelión (una web que solo es “alternativa” cuando le interesa (36)),habló de 150 a 200 muertos, entre los que se incluían a ancianos y niños. Finalmente, la cadena saudí Al Arabiya batió el récord aumentando la cifra a 300 muertos.

Como prueba de la supuesta masacre los opositores armados sirios colgaron un vídeo en YouTube (37), que es, por cierto, absolutamente impresentable puesto que no prueba nada, o mejor dicho, sí que prueba algo: demuestra que los grupos integristas que combaten al gobierno de Al Assad toman a la opinión pública por imbécil. Para empezar el vídeo muestra bastantes menos cadáveres de 300 e incluso menos de 90 ya que la cámara se dedica a tomar los mismos cuerpos desde diferentes ángulos e incluso se da la grotesca circunstancia de que entorno al minuto 4.02 un cadáver transportado en la trasera de un vehículo “resucita” y levanta la cabeza para mirar a la cámara (el fotograma se reproduce en la página siguiente).

Además, lo que muestra el vídeo no es una cola del pan ya que no hay mujeres ni niños, que suelen abundar en las colas del pan, solo hay hombres heridos o muertos. Por no verse, no se ve ni pan; esto motiva que alguien salga de detrás de la cámara hacia el minuto 9.42 y coloque un pan encima de un charco de sangre (el fotograma se reproduce en la página siguiente). Por otra parte, los testimonios de los supuestos residentes en esa ciudad no son creíbles puesto que ésta estaba tomada por los rebeldes, o sea, por integristas que no dudan en ejecutar a quien ose contradecirles. Entonces ¿de dónde salieron los muertos? Según la TV estatal siria, los muertos son civiles asesinados por los rebeldes al tomar la ciudad (38)





La prensa y los intelectuales “de izquierda“ se apuntan a un bombardeo.

Igual que en el caso del conflicto de Libia, los autocalificados medios de “izquierda”han demostrado lo “izquierdistas” que son participando de este linchamiento mediático contra Siria y su gobierno para justificar una ulterior intervención de la OTAN. 

Un caso palmario es el del diario Público, que se presenta a sí mismo como “el único periódico de izquierda” en el panorama de la prensa nacional.
Aquí hay que decir que es verdad que en Público escribe gente progresista como el economista Vicenç Navarro o Isaac Rosa (que escribió un meritorio libro denunciado la intervención “humanitaria” en Kosovo, Kosovo: la coartada humanitaria (2001), pero también es verdad que ha sido uno de los diarios que más propaganda ha hecho a favor de la intervención en Libia y Siria. 

¿Cómo es posible esto? Pues por la sencilla razón que la empresa mediática que lo edita, o mejor dicho, que lo editaba hasta el pasado diciembre, Mediapro, y que también era dueña de la cadena de TV la Sexta, tiene importantes negocios en Qatar, un país que promueve el terrorismo yihadista que contribuyó a la destrucción de Libia y ahora de Siria, y uno de los más fieles aliados de EE.UU. 
De hecho, el dueño de Mediapro, Jaume Roures, que tiene los derechos de retransmisión del Barça (equipo al que patrocina la indumentaria la “Qatar Foundation”), también se dedica a la retransmisión de la liga de fútbol de los Emiratos Árabes. Además Mediapro es una de las pocas empresas españolas con oficinas en Doha, la capital qatarí(39). Así, no es de extrañar que la información sobre la situación en Libia y ahora en Siria coincida al 100% con la de la cadena Al Jazeera, propiedad de la familia real qatarí. 

Para quien no crea que este diario “de izquierda” se alinea con los intereses de uno de los países más reaccionarios y corruptos del planeta ahí van unas líneas con las que Público describía a ese anacrónico y tiránico reino feudal donde impera la sharia:
“En este pequeño emirato 800.000 habitantes, de los que los inmigrantes son mayoría, no hay policías en las calles, no hay disturbios, no hay milicias ni rabia en las miradas. Es un pequeño oasis en el convulso mundo árabe”(40).

Lo que obvia Público es que esos inmigrantes son trabajadores absolutamente desprovistos de derechos y que la prosperidad de Qatar, aparte la riqueza petrolera, se debe a que es una lavandería de dinero negro. Sobre las condiciones de los inmigrantes en Qatar la bloguera siria afincada en España Nagham Salman escribió: “Mientras los ciudadanos qataríes se recrean en su fastuosidad y su ostentación, un ejército de más de un millón y medio de asiáticos en condiciones de semiesclavitud y sin derechos sociales, malvive hacinado en pisos patera y trabajando jornadas que superan las catorce horas, y soportando más de 40 grados de temperatura media la gran parte del año. Estos ocupan todos los puestos de trabajo poco cualificados en plataformas de extracción, construcción y servicio doméstico. Sus sueldos no superan los 200 dólaresmensuales y sus patrones qataríes pueden enviarles de vuelta a sus países de origen cuando lo deseen” (41).

Así las cosas, no es de extrañar que Público usara de la manera más desvergonzada fotos de manifestaciones pro Al Assad para ilustrar noticias de revueltas de signo contrario en Siria o fotos de bombas destrozando Libia (¿de los gadafistas? ¿de los “rebeldes” libios? ¿de la OTAN?) para acompañar textos sobre la supuesta “represión de Al Assad contra su propio pueblo”. O, como ya señalamos más arriba, las crónicas sobre ataques a manifestantes pro Al Assad en que los obuses son, según este diario, “de origen indeterminado” precisamente porque los han disparado sus amigos yihadistas.

Otro tanto ha pasado con otro diario pretendidamente “de izquierda”: 20 minutos.
Como en el caso de Público en el diario gratuito 20 minutos no faltan los artículos con contenido progresista y además cuenta con uno de los más críticos dibujantes de tiras cómicas (junto con el gran El Roto), Eneko. Sin embargo su adhesión a la estrategia de manipulación informativa contra Libia y Siria ha sido escandalosa. Y también como en el caso de Público la explicación a esta actitud tiene que ver con su propietario, Sverre Munck. Munck es un magnate de los mass media de Noruega, país que, como se sabe, fue uno de los fundadores de la OTAN en 1949. Munck, por otra parte, estudió economía en Stanford (California), una universidad de EEUU relacionada con los servicios secretos y el complejo militar-industrial de EE.UU. 

Se da además la circunstancia que el capital noruego, propietario al 80% de 20 minutos, tiene importantes vínculos con la monarquía feudal de Qatar, por ser ambos países, Noruega y Qatar, monarquías petroleras. De hecho, la mayor fábrica de aluminio del planeta (Qatalum) es de capital noruego y qatarí y se encuentra en Doha. Con tales condicionantes es lógico que la información que nos ofrece 20 minutos sobre Siria tenga el sesgo que tiene.
Y qué decir de los intelectuales “de izquierda” que justifican depende qué guerra.

Llama la atención que buena parte de los intelectuales y artistas de “izquierda” que se opusieron a la impopular intervención en Irak de 2003 han aplaudido la “humanitaria” guerra de Libia. Y lo curioso es que los argumentos que usaron para apoyar la intervención de la OTAN en Libia eran calcados a los que esgrimían a favor de la guerra de Irak la derecha más rancia, a saber, que el líder de turno era “un dictador que estaba saqueando y/o masacrando a su pueblo”.

Aun así, según nuestra progresía más mediática, “Libia no es Irak” (¿tendrá que ver con que en este caso la Casa Blanca está dominada por el Partido Demócrata y éstos suelen repartirse el botín de guerra con sus socios europeos?). 

Y a partir de ahí hemos visto cuál es la verdadera cara de, por ejemplo, Santiago Alba Rico (guionista del añorado programa de TV de los 80, La bola de cristal), que ha escrito largo y tendido en medios “alternativos” como Rebelión a favor de la intervencionismo “humanitario”; o también (¡no podía faltar!), Carlos Taibo, individuo con muy buena reputación en medios “radicales” a pesar de haber apoyado públicamente a los mercenarios narcotraficantes de la UÇK albanesa y a las huestes integristas chechenas. Curiosamente Taibo además de aparecer puntualmente en los medios “alternativos” (como Rebelión o Kaos en la red) también escribe para la revista Foreign Policy, ligada al Council of Foreign Relations (CFR) del clan petrolero Rockefeller (42) (de hecho, esta publicación fue fundada por Samuel P. Huntington creador de la infame teoría xenófoba del “choque de civilizaciones”).

Ya durante la guerra contra Libia vimos cómo muchos de aquellos “rebeldes” mediáticos que vociferaban contra la guerra de Irak, cuando se trata de Libia callan (Bardem, Gran Wyoming) o bien manifiestan su complicidad (Miguel Ríos, los líderes de los sindicatos mayoritarios Toxo y Méndez,y el PSOE en pleno). Y lo que es aplicable al caso de Libia también lo es para el de Siria.

Especial mención merece el comportamiento errático del ex coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, que denunció la intervención en Libia en el parlamento pero meses más tarde firmó un documento en apoyo a la Primavera Árabe que rezaba: 
“El régimen sirio miente para justificar la brutal represión de su propia población. Como tantas otras veces, la dictadura de Bachar Al-Assad vuelve a agitar como un espantajo el peligro de la ruptura sectaria o del terrorismo islamista, o la falsa disyuntiva entre la soberanía y la dignidad del Estado y los derechos y las libertades de sus ciudadanos. Sin embargo, no hay indicio alguno que permita conjeturar sobre una inducción exterior de las protestas o que permita argumentar que las aspiraciones de los ciudadanossirios son distintas a las que otros ciudadanos árabes manifiestan en sus países” (43).

Junto a Llamazares los ya habituales Santiago Alba Rico y Carlos Taibo. Aunque también José Luis Sanpedro, Javier Sábada,...El caso es utilizar el prestigio que puedan tener estos personajes entre gente de mentalidad progresista, precisamente la gente más susceptible de movilizarse contra la guerra. Y de hecho esta estrategia ha tenido lamentablemente bastante éxito. 

Pero si algún intelectual ha ejemplificado mejor el hipócrita principio de “injerencia humanitaria”, ése es Bernard-Henry Lévy. BHL, filósofo sin filosofía propia y próximo en su juventud al mayo del 68, nació en el seno de una familia de colonos franceses en Argelia, enriquecidos gracias a la explotación de las maderas preciosas de África. Desencantado con la izquierda, pronto se entrega a la defensa de las minorías oprimidas, eso sí, siendo siempre esta defensa de carácter selectivo: sólo va apoyar a minorías utilizadas por las grandes potencias occidentales en sus pretensiones de expansión por sus zonas de influencia.

Así BHL apoyó públicamente a las huestes integristas islámicas financiadas y entrenadas por EE.UU. para combatir la influencia soviética en Afganistán, aplaudió la desmembración de Yugoslavia apoyando a los extremistas musulmanes bosnios de Alija Izetbegovic (que había sido colaboracionista nazi en su juventud), hizo propaganda a favor de los integristas chechenos que intentaron romper la Federación Rusa apoyados por Washington, alimentó el conflicto de Sudán alineándose con los secesionistas del sur igualmente apoyados por EE.UU., celebró el bombardeo de Libia a cargo de la OTAN y por último se ha fotografiado con supuestos rebeldes sirios.

Especialmente rastrero fue su trabajo en Sarajevo. Allí el más mediático de los “nuevos filósofos” franceses nos habló de un cerco que no era tal y de disparos de francotiradores serbios, cuando lo cierto es que la guerra empezó por el ataque de francotiradores musulmanes a una boda serbia y la mayoría de las masacres de civiles en Sarajevo eran obra de fuerzas musulmanas (44) que buscaban la implicación de la OTAN en el conflicto. Además para recabar los apoyos de la izquierda occidental se inventó que Sarajevo vivía la misma situación de asedio que Madrid durante la guerra civil y ello a pesar de que sus amigos del gobierno de Sarajevo eran antiguos colaboracionistas nazis. 

Muy esclarecedoras son unas fotos de este intelectual belicista en Sarajevo donde BHL aparecía supuestamente entrevistado por un reportero mientras ambos se refugiaban tras un muro de las balas de los francotiradores serbios; en realidad, no había tales francotiradores, según muestra otra foto (otra toma de la misma escena) en la que se ve por encima del muro unos soldados de pie en actitud totalmente relajada, algo impensable si se hubiera tratado de una zona infestada de francotiradores.





La irrupción de nuevos medios alternativos en Internet.

Por suerte, no todo iba a ser malo en este mundo globalizado, las nuevas tecnologías han contribuido a socavar el monopolio que las agencias de prensa y los grandes colosos mediáticos occidentales.

En efecto, gracias a Internet muchos medios y agencias de prensa de países no occidentales no alineados con la OTAN, especialmente los de las potencias emergentes, nos están ofreciendo otra imagen del mundo y de sus conflictos distinta a la de EE.UU y sus aliados. Y ello favorece la compresión de conflictos armados como el de Siria. 

Entre estos nuevos medios de países no otánicos habría que destacar la cadena de TV por Internet RT (Russia Today), muy crítica con el expansionismo norteamericano y sus guerras “humanitarias”, que cuenta con sucursales en varios países (incluido EE.UU) y que emite además de en ruso, en inglés y en español. Otro servicio contrainformativo es Red Voltaire, también disponible en varios idiomas (francés, inglés, español, italiano, portugués, ruso y árabe) y en donde también se puede encontrar información crítica con la OTAN y con los grandes mass media occidentales. En la misma línea está Global Research dirigido por el economista canadiense Michel Chossudovsky, sin olvidarnos de Aporrea.org y el sitio web de TeleSUR y alineados con la Venezuela bolivariana o 4th Media, donde escriben periodistas de extremo oriente también críticos con el expansionismo otánico. Por último, también hay que citar las agencias de prensa de países que como Siria (SANA) o Irán (Press TV) están en el punto de mira de OTAN y ofrecen, claro está, un punto de vista informativo muy distinto del de los grandes medios occidentales (45).

Ni que decir tiene que no se trata de creer a pies juntillas en lo que se nos dice en estos otros medios alternativos, sino de tener en cuenta esta otra información para poder hacernos una idea equilibrada de cómo funciona el mundo. 

Ahora podemos elegir porque hay pluralidad de informaciones y puntos de vista, antes no. La mala noticia es que a pesar de todo esto, uno tiene que saber que existe un medio informativo alternativo para buscarlo en Internet. Pero esa información, por supuesto, no nos la van a proporcionar los medios convencionales.


SIRIA Y LA RECURRENTE EXCUSA DEL “INTERVENCIONISMO HUMANITARIO”.

Tan importante o más que los medios de comunicación, que sirven como canal de difusión de las mentiras del imperialismo occidental, son las mal llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONG), cuyo papel es legitimar y dar una patina de veracidad a dichas mentiras, por evidentes que sean; en Libia, por ejemplo, no hubo mentira suficientemente burda que no se legitimase, desde el supuesto reparto de viagra por el gobierno a sus soldados hasta el supuesto bombardeo de manifestaciones desde aviones. Al mismo tiempo, en un claro ejercicio de manipulación, las ONG evitan tratar los temas que cuestionen las supuestas bondades de las agresiones militares occidentales: la destrucción de ciudades enteras en Libia, la limpieza étnica llevada a cabo en Croacia y Kosovo contra la minoría serbia o las salvajadas de los supuestos "rebeldes" sirios son tan sólo unos pocos ejemplos de ello. Pero lo más curioso es la buena relación entre dichas organizaciones y la extrema izquierda, que nunca cuestiona sus palabras y basa sus análisis en sus informaciones; en realidad, las ONG cumplen exactamente el mismo papel que los misioneros en el siglo XIX, denunciando masacres (supuestas o reales) para legitimar las invasiones del colonialismo y son por ello parte integrante del militarismo occidental.

La apelación a causas humanitarias por parte de los medios y gobiernos occidentales para justificar intervenciones como la que podría acontecer en Siria no es nueva. 

La guerra bajo pretextos humanitarios ha sido un argumento recurrente tras el fin de la Guerra Fría. Antes, en los países integrantes de la OTAN, los dirigentes de turno solían esgrimir el argumento de la amenaza de invasión o ataque por parte de países alineados con la Unión Soviética (o incluso los “no alineados”) [46]. Pero, tras la desaparición de la URSS, los poderes occidentales tuvieron que intensificar la argumentación “humanitaria” para justificar su intervenciones armadas.

Recordemos cómo la primera guerra librada por occidente tras la caída del bloque del este tuvo como justificación el aparentemente noble propósito de liberar Kuwait tras la invasión iraquí. No es extraño que a partir de entonces, las ONG proliferaran como hongos ya que iban a ser éstas las encargadas de cubrir con el barniz del falso humanitarismo la brutalidad de la guerra y saqueo.

Bernard Kouchner, precursor del “principio de injerencia humanitaria ”.

Bernard Kouchner, como el otro gran partidario del “intervencionismo humanitario” en Francia, Bernard-Henri Lévy, participó en su juventud en las revueltas de mayo del 68 donde fue líder huelguista en la facultad donde estudiaba medicina. Pero su lucha contra el poder establecido duró bien poco pues cuatro meses después formó parte de un equipo médico reclutado por el gobierno francés que viajó hasta Nigeria para proporcionar ayuda humanitaria a la efímera república secesionista de Biafra. Allí, en Nigeria, en 1967, había habido importantes tensiones entre la minoría étnica igbo, cristianos del sureste, y los musulmanes hausas del resto del país, hasta el punto de que los cristianos habían declarado su propia república independiente, la república de Biafra. 

Se daba la curiosa circunstancia de que Biafra albergaba algunas de las mayores reservas petroleras de Nigeria, con lo que el conflicto estaba servido. 

Por un lado el ejército nigeriano estaba apoyado por Inglaterra y la Unión Soviética y por otro Biafra estaba siendo armada por Francia, Portugal, Sudáfrica e Israel. Así, el poder central nigeriano planeaba bloquear económicamente a los secesionistas y que el hambre provocara su rendición. Fue en este momento cuando Kouchner y el resto de doctores franceses aterrizó en Biafra para, de esta manera, disfrazar de ayuda humanitaria lo que en realidad era una intervención por parte de Francia en apoyo del bando secesionista.

El resultado de esto fue una cruenta guerra civil a la que siguió una terrible hambruna.

Kouchner, de vuelta a París y en contacto con los servicios secretos franceses, se dedicó a labores de propaganda en las que utilizó el hambre de Biafra a favor de los intereses geopolíticos franceses en la zona. Para ello Kouchner no dudó en emplear profusamente la palabra “genocidio” para lo que en realidad era una guerra civil por el control de los ricos recursos petroleros de Nigeria y no un ataque unilateral para exterminar a un sector de población desarmado.

Kouchner y otros médicos franceses intentaron usar la Cruz Roja (que en teoría ha de mantenerse neutral en todo conflicto) para recabar apoyos entre la opinión pública a favor de la secesión de Biafra. Pero pronto, en diciembre de 1971, dejaron la Cruz Roja para formar su propia organización, Médicos Sin Fronteras (MSF), hoy día una de las ONG que gozan de mayor reputación.

Esta organización no dudó en llevar a cabo una campaña en la que se comparaba la situación de Biafra dentro de Nigeria con la de los judíos dentro del III Reich nazi. Pero la realidad era que aquí los dos bandos estaban armados y, por tanto, los dos bandos mataban (aunque el biafreño era el más débil y llevaba las de perder) y que la intervención occidental empeoró una situación ya de por sí dramática. 

Junto a Kouchner y a MSF los medios también se dedicaron a echar gasolina al fuego publicando gran cantidad de fotos de niños en estado de inanición, contribuyendo a manipular la sensibilidad del público a favor de la intervención cuando, precisamente, había sido la guerra la que había desatado la terrible hambruna (la ONU la cifró en un millón y medio de víctimas).
Dichas fotos impactantes tuvieron un éxito publicitario inmenso porque contribuían a silenciar las voces anti-intervención con la acusación (falsa, por otra parte) de que éstas “justificaban el genocidio” [47].

Lo relevante del caso es que la tragedia de Biafra inauguró un esquema recurrente para manipular a la opinión pública a favor de las guerras neoimperialistas disfrazadas de “humanitarias”: una potencia occidental apoya y arma a una minoría contra el gobierno central o contra otro país o etnia rival y de esta manera la potencia en cuestión utiliza a esta minoría para acrecentar sus intereses geoestratégicos y económicos en la zona. Y si la minoría apoyada por occidente se muestra más débil que su rival los medios de comunicación de la potencia occidental proclaman la existencia de un “genocidio”, que no dudarán en comparar con el holocausto nazi para así buscar el apoyo a la intervención militar de la población televidente. 

Las fotos de niños muertos o famélicos son de rigor. La emoción sustituye así a la razón y pensar en las verdaderas causas de la tragedia (la política imperialista de “divide y vencerás” y en último término el saqueo a los países menos desarrollados) se hace imposible para las masas. 

Finalmente, la intervención militar se produce, arrasando la zona, añadiendo más violencia a la violencia y haciendo más profundos los odios entre las comunidades enfrentadas. En esto consiste esencialmente el “principio de injerencia humanitaria”.

Tras el episodio de Biafra, Kouchner repitió el mismo esquema en Vietnam. Así en 1979, el fundador de MSF se unió a los llamados nuevos filósofos franceses (grupo al que también pertenece Bernard-Henri Lévy) en la campaña “Una barca para Vietnam”. 

A través de esta campaña y aprovechando las dramáticas imágenes de barcos atestados de vietnamitas anticomunistas que huían del país por miedo a represalias tras la guerra, Kouchner y compañía se dedicaron a hacer propaganda contra el movimiento comunista que luchó contra la nefasta intervención militar de EE.UU., silenciando cómo esta intervención había dejado miles de muertos y un país devastado por las bombas, el napalm y el agente naranja. Ya en esa época la explotación de su papel de fundador de MSF por parte de Kouchner para promover su “intervencionismo humanitario” lleva a parte de esta ONG a enfrentarse al doctor más mediático de Francia. Ello motivó que Kouchner abandonara la organización para fundar otra ONG rival: Médicos del Mundo (MdM). Con Médicos del Mundo Kouchner se dedicó a principios de los 90 a promover la desmembración de Yugoslavia. 

Para ello llevó a cabo una campaña mediática de mentiras tendente a satanizar a los serbios, comparándolos con los nazis (a pesar de que habían sido las grandes víctimas de la política genocida del III Reich durante la II Guerra Mundial) y a su líder Slobodan Milosevic, a quien no dudó en compararlo con Hitler.

No contento con esto, Kouchner lanzó a bombo y platillo el bulo de que los campos de detención de los serbobosnios (todos los bandos contendientes tenían este tipo de campos pero los medios solo nos hablaban de los regidos por el bando serbio) eran campos de exterminio al estilo nazi. Para ello su organización, MdM, no tuvo ningún reparo en sacar un cartel con un burdo fotomontaje: a un fragmento de fotografía que mostraba a un grupo de prisioneros de los serbobosnios tras una alambrada le unió otra que mostraba la torreta de vigilancia de un campo de concentración nazi.

Lo cierto es que según desveló del periodista alemán Thomas Deichmann, quién viajó al supuesto campo de exterminio en Bosnia, los hombres de la foto estaban tras un cercado del que podían salir si querían y estaban reunidos allí para ser protegidos de actos violentos de elementos incontrolados (esto es algo que incluso reconoció uno de nuestros periódicos más anti serbios [50]. La foto que usó Kouchner (tomada por periodistas británicos) incluso buscó deliberadamente un hombre excesivamente delgado entre hombres mayoritariamente entrados en carnes para poder sustentar la idea (falsa) de que allí se exterminaba a los prisioneros por hambre. Y no sólo El País reconoció el engaño (por supuesto muy a posteriori y cuando ya el daño estaba hecho) sino también el propio Kouchner lo reconoció delante del presidente bosnio Izetbegovic en 2003 cuando éste estaba en su lecho de muerte en presencia también del diplomático norteamericano Richard Holbrooke (mediador en los acuerdos de Dayton):
  “Kouchner: ¿Recuerdas la visita del presidente Mitterrand...? Durante esa conversación hablaste de la existencia de ’campos de exterminio’ en Bosnia. Repetiste eso delante de los periodistas. Eso provocó considerable emoción por todo el mundo. François me envió a Omarska y liberamos otras prisiones. Eran lugares horribles pero la gente no era exterminada sistemáticamente. ¿Tú sabías eso?
 Izetbegovic: Sí. Pensé que mis revelaciones podrían precipitar los bombardeos... Sí, lo intenté, pero mi afirmación era falsa. No había campos decexterminio sea cual fuere el horror en aquellos lugares. Kouchner concluye: La conversación fue magnífica, que un hombre en su lecho de muerte no nos escondiera nada de su papel histórico. Richard ycyo expresamos nuestra inmensa admiración” [51]

De esta manera, Kouchner hizo un gran servicio a la OTAN, ayudándola a sobrevivir tras la Guerra Fría y expandirse. De hecho, tras la criminal campaña de dos meses y medio de bombardeos sobre Serbia, Bernard Kouchner fue nombrado Alto Comisionado de la misión de la ONU en Kosovo, tras la ocupación. Bajo su mandato, Kosovo se convirtió en un narcoestado en el que los clanes mafiosos albaneses llevaron a cabo una despiadada limpieza étnica contra serbios, gitanos y todo elemento díscolo.

Tal es la naturaleza del humanitarismo de Kouchner, un humanitarismo selectivo: las víctimas que despiertan su interés sólo son las que puede utilizar a favor de los intereses imperialistas de EE.UU. y Francia [52]. Esto, aparte de en Biafra, en Vietnam o en Yugoslavia, se vio muy claro en Birmania en 2.000 cuando Kouchner recibió 25.000 Euros de la petrolera francesa Total por redactar un informe que obviaba que la dictadura militar del mencionado país asiático usaba mano de obra esclava para construir gasoductos para la compañía francesa [53].




Las ONG al servicio del intervencionismo “humanitario ”.

Como dijimos más arriba, la nueva situación mundial tras el fin de la Guerra Fría obligaba a las potencias a extremar el mensaje humanitario para justificar su política exterior intervencionista. De ahí que en los 90 las mal llamadas Organizaciones No Gubernamentales (puesto que reciben abundantes subvenciones de los estados, amén de lo que reciben de magnates y fundaciones privadas) empezaran a proliferar como nunca.

Alguna de estas organizaciones, sin embargo, existían desde hacía décadas. Este es el caso de organizaciones de inspiración cristiana como la Cruz Roja o Cáritas. Ambas habían jugado un papel nefasto durante la Segunda Guerra Mundial. 

La primera de ellas, la Cruz Roja, organización fundada en el siglo XIX por el ferviente calvinista suizo Jean Henry Dunant, colaboró en la evacuación hacia Latinoamérica de criminales nazis tras la Segunda Guerra Mundial, en lo que se llamó las “rat lines” (“ruta de las ratas”), según afirma Gerard Steinacher, investigador de la Universidad de Harvard, en su libro Nazis en Fuga: Cómo los esbirros de Hitler huyeron de Europa (2011). En cuanto a Cáritas, tan solo hay que decir que el arzobispo croata Aloysius Stepinac, que inspiró el régimen clerofascista genocida de Ante Pavelic, fue el fundador de la sucursal de Cáritas en Zagreb. Además, el director de Cáritas en Roma, Karl Bayer reconoció la implicación de su organización en la falsificación de pasaportes y en la entrega de dinero a criminales nazis tras la guerra. De hecho, Bayer admitió que el viaje del famoso criminal nazi Adolf Eichmann a Sudamérica salió de las arcas de Cáritas [54]. 

Como se puede ver, por tanto, las actividades caritativas de estas dos ONG cristianas encubren otro tipo de acciones. Y quien piense que el comportamiento criminal de Cruz Roja o de Cáritas es cosa del pasado se equivoca. También durante las guerras de Yugoslavia en los años 90 estas dos organizaciones olvidaron sus propósitos humanitarios para convertirse en fuerzas que intervinieron en el conflicto armado, por supuesto del lado de las grandes potencias. Así Cruz Roja se dedicó a falsificar el censo de musulmanes caídos a manos de los serbios tras la toma de Srebrenica de tal manera que algunos de los muertos “resucitaron” al poco tiempo para votar en las elecciones bosnias. 
Su objetivo era magnificar la matanza de Srebrenica para provocar la intervención armada de la OTAN, que tuvo lugar al poco tiempo [55].

Y en cuanto a Caritas, durante la guerra de Kosovo demostró lo poco que había cambiado desde la Segunda Guerra Mundial pues en uno de los camiones cargados con ayuda humanitaria que partía del puerto italiano de Ancona, bajo un doble fondo, había un cargamento de armas (¡nada menos que 30 toneladas!) para la guerrilla mafiosa albanokosovar, la UÇK. Esto lo hizo público Il Corriere della Sera (3 y 4 de mayo de 1999), que dista mucho de ser un periódico de izquierdas.

A propósito de Kosovo, habría que recordar el papel tan vergonzoso llevado a cabo en la provincia serbia porMédicos Sin Fronteras MSF, en la línea del humanitarismo selectivo de su fundador Kouchner. En efecto, durante la campaña de bombardeos de la OTAN sobre Serbia, la situación sanitaria de los civiles que no pudieron huir llegó a ser dramática, tanto que la sección de MSF griega decidió entrar a ofrecer ayuda humanitaria. Para proteger la delegación de esta ONG el ejército serbio se prestó a habilitarles un corredor por donde entrar debidamente señalizados por consejo de la OTAN, para evitar no ser confundido con un objetivo militar. Reacción de la cúpula de MSF: expulsión de la sección griega por violar el acuerdo de neutralidad al negociar la entrada con las autoridades serbias.

La sección griega quedó estupefacta:“Quizá se cometió un error, pero pensamos que había que hacer algo por la población de Kosovo, fuera serbia o albanesa. Se nos acusa de actuar bajo bandera griega, algo expresamente prohibido, pero sólo pintamos las barras azules en nuestros automóviles por consejo de la OTAN, que deseaba identificarnos para evitar bombardearnos” .

Éstas son declaraciones del presidente de la sección griega de MSF, el doctor Odysseas Voudouris, quien además advirtió de, precisamente, lo grave de ese humanitarismo selectivo inaugurado por Kouchner y que estamos denunciando aquí. Continúa Voudouris:“ (...) queremos alertar a la opinión pública de algo que nos parece muy grave: el movimiento humanitario ha perdido el rumbo, y eso quedó claro en Kosovo y luego con nuestra expulsión. O revisamos a fondo nuestra actuación o acabaremos siendo una simple excusa moral de la política de las potencias occidentales”. (...) “MSF, por ejemplo, ha crecido mucho, se ha alejado de sus orígenes de voluntariado, se ha centralizado. Algunas secciones, como la de Bélgica, dependen en un 80% de las subvenciones de su Gobierno y de la Unión Europea. Y empezamos a alinearnos con demasiada frecuencia con la opinión pública occidental. El movimiento humanitario no es realmente internacional: es occidental [56]

En realidad MSF pretendía en Kosovo auxiliar solo a los albanokosovares (y no a serbios, gitanos y demás minorías como se propuso la sección griega) porque, alineadas la mayoría de las secciones con los intereses de la OTAN, solo pretendía hacer propaganda del dolor de los albaneses y ocultar el de los serbios. 

Prueba de su connivencia con los intereses otánicos es que el único voto contrario a la expulsión de Grecia fue el de la sección de Japón, país que no participaba en la desmembración y saqueo de Yugoslavia.

Otra ONG que contribuyó al dominio occidental de la antigua Yugoslavia y que recabó apoyos incluso entre la extrema izquierda fueron Mujeres de Negro de Belgrado. Usando como tapadera la doble bandera del pacifismo y el feminismo también pusieron en práctica el humanitarismo selectivo kouchneriano, aunque de manera más sibilina, pues si bien esta organización empezó (con razón) denunciando la ocupación israelí de los territorios palestinos, desde Belgrado se dedicó a denunciar la violencia de la guerra solo cuando la ejercía el bando serbio. De tal manera que cuando cayó Milosevic (a lo que ellas contribuyeron) y en Kosovo las hordas de mafiosos de la UÇK perseguían a serbios, gitanos y otras minorías étnicas en las barbas de Kouchner y la ONU, estas antimilitaristas selectivas cerraron el pico y miraron para otro lado. Estaba claro por qué: como Otpor, las Mujeres de Negro de Belgrado era una de las muchas ONG financiadas por Washington a través de la National Endowment for Democracy [57], que no es otra cosa que una tapadera que la CIA ha usado en los últimos tiempos. De hecho, cuando Milosevic cayó y Kosovo fue limpiado de serbios esta organización feminista y antimilitarista resurgió con fuerza en.... ¡Venezuela!, justo otro de los países en el punto de mira de EE.UU. El problema es que en Venezuela no hay guerra, de modo que el ropaje antimilitarista de Women in Black resulta ridículo. Aun así esta ONG no ha dudado en defender a militares y policías corruptos (entre ellos un grupo de oficiales que ayudaron a ocultarse en Venezuela al siniestro Ministro de Interior de Fujimori, Vladimiro Montesinos), según ellas, “presos políticos del régimen de Hugo Chávez”. Curiosamente, en las manifestaciones anti-Chavez en Venezuela también se han visto muchos emblemas de Otpor[58].

Igualmente la ONG periodística Reporteros sin Fronteras (RSF), casi siempre en boca de nuestros medios como adalid de la “libertad de prensa”, no es más que una tapadera de operaciones de intoxicación informativa de los servicios de inteligencia occidentales, especialmente de los norteamericanos. 
Escritores como el canadiense Jean-Guy Allard, la estadounidense Diana Barahona o los franceses Salim Lamrani y Thierry Meyssan han puesto de relevancia cómo esta ONG fundada por Robert Mènard y con sede en París, solo centra sus críticas en los gobiernos no afectos a Washington como por ejemplo el de Venezuela [59]. Lo curioso es que durante el golpe contra Chávez de 2002 RSF permaneció muy callada, no denunciando la suspensión de la libertad de prensa y ocultando hasta el último momento que había un enorme movimiento popular en pro de la liberación del presidente ¿cómo iban a hacerlo si los poderosos medios privados venezolanos como la estación Cisneros, muy ligados a RSF, fueron los instigadores del golpe? 

Lo mismo hizo esta ONG en Haití, donde celebró el golpe contra Aristide, silenciando ciertos episodios de la política represiva del gobierno que acabaron por imponer las potencias, como el asesinato por la policía del reportero de radio Abdeas Jean o el tiroteo al periodista Raoul Santo-Louis, sucesos que tuvieron lugar en mitad de un clima general de hostigamiento a la prensa no sumisa [60]

No es extraño que Mènard y RSF apenas critiquen la política de EE.UU. y del resto de potencias occidentales aliadas suyas ya que tienen importantes conexiones con ellas. RSF ha admitido que recibe dinero del Centro para una Cuba Libre, que constituye un grupúsculo de la extrema derecha cubana en el exilio de Miami dirigido por Frank Calzón, que es un ex agente de la CIA y que fue director de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA). Esta organización financió atentados contra la industria turística de Cuba, uno de los cuales costó la vida a un turista italiano. Y ¿quién financia al Centro para una Cuba Libre? Según Diana Barahona y Jeb Sprague, este organismo es financiado mediante “préstamos” no reembolsados de la NED/CIA a través de la International Republican Institute (IRI), que es una rama de la NED/CIA.

Y ¿qué decir de Amnistía Internacional (AI), una de las ONG más citadas por nuestros medios como ejemplo de neutralidad en los conflictos bélicos y una de las más respetadas por la izquierda occidental? Este prestigio tiene mucho que ver con la falta de memoria porque hay que recordar que AI fue la ONG que se encargó de difundir la mentira de los bebés asesinados en las incubadoras de un hospital de Kuwait por las tropas de Sadam Hussein, mentira que había sido inventada por la empresa de relaciones públicas Hill & Knowlton y representada por Nayirah Al Sabah, hija del embajador de Kuwait en EE.UU. 

También hay que recordar que AI difundió igualmente el bulo que fue el detonante de la guerra de Libia, a saber, el bombardeo de 250 manifestantes desarmados, bulo que fue desmentido por periodistas como el italiano Maurizio Matteuzzi de Il Manifesto, que se desplazaron a la zona. 

El caso es que también fue AI una de las ONG que denunció las torturas del régimen represivo instaurado por los rebeldes libios amigos de occidente tras la muerte de Gadafi. Ésa es una de las estrategias habituales de AI para disimular su sesgo pro imperialista de cara al público: hacer de pirómano y luego actuar de bombero para apagar el fuego (sobre todo cuando ya es demasiado tarde).Y es que AI como la también prestigiosa y ubicua Human Rights Watch pertenecen a la Federación Internacional de Derechos Humanos, que está financiada por grandes magnates, fundaciones privadas, bancos, empresas y gobiernos occidentales.



Las ONG contra Siria.

Entre otras entidades podemos citar la Open Society del millonario norteamericano George Soros, y (¡cómo no!) la National Endowment for Democracy [61]. Como dijo una vez James Petras de las ONG, “la mayoría de se gastan el 90% de sus fondos en ellas mismas. Son depredadoras, no humanitarias. Sirven a agendas políticas por intereses económicos”. Dicho de otra manera: son herramientas del intervencionismo “humanitario”.Muy en consonancia con lo que se hizo para justificar la intervención en Libia, donde las ONG occidentales obtenían su información de una organización humanitaria fantasma creada para la ocasión, la Liga Libia por los Derechos Humanos (LLDH) con sede en Francia y vinculada a la NED, en el caso de Siria las ONG se están dedicando a difundir los informes de dos organizaciones de idénticas características: el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos y el Centro para el Estudio de los Derechos Humanos de Damasco.El Centro para el Estudio de los Derechos Humanos de Damasco está dirigido por Radwan Ziadeh, quien ha ocupado y ocupa importantes cargos en instituciones norteamericanas. De hecho, Ziadeh:

• Es cofundador y director ejecutivo del Centro Sirio de Estudios Políticos y Estratégicos (Syrian Center for Political and Strategic Studies) de Washington DC.
• Es miembro de la Asociación de estudios de Oriente medio (Middle East Studies Association MESA), y del Carr Center for Human Rights de la Universidad deHarvard.
• Es el jefe de redacción de “Justicia de transición en el proyecto del mundo árabe”.
• Fue redactor jefe de Tyarat magazine en 2001-2002 y secretario de la Organización Siria para la transparencia.
• Fue un investigador en el proyecto Siria 2025 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
• Está en la Junta de directores del Centro para el Estudio del Islam y la Democracia (CSID) en Washington DC.
• Es un miembro del Grupo Asesor para el Instituto de Democracia y Asistencia Electoral (IDEA) en Estocolmo, Suecia.
• Es miembro de la Junta Consultiva para la Iniciativa Mundial Islámica USIP para programa de “Reforma y seguridad en el mundo musulmán”.
• Es miembro de la Asociación Americana de Ciencia Política Internacional (APSA).
• Es miembro de la Asociación Internacional de Ciencia Política (IPSA).
• Es miembro de la Asociación de Estudios Internacionales (ISA).
• Es miembro del Instituto de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres [62].

También participa en reuniones del Real Instituto de Asuntos Internacionales RIIA, más conocido por Chatham House, que es el edificio donde tiene su sede en Londres este organismo. El Royal Institute of International Affairs (RIIA) o Chatham House es un think tank británico que fue fundado en 1920 y es el equivalente del Consejo de Relaciones Exteriores (CRF) norteamericano que fundó el clan petrolero Rockefeller en 1921. Ambos organismos están estrechamente relacionados y ejercen una gran influencia en la política exterior angloamericana y están relacionados con el MI6 y la CIA. Además Radwan Ziadeh ha sido becado por la National Endowment for Democracy (NED), que como ya sabemos es el brazo civil de la CIA, y ha ejercido de comentarista político en grandes medios occidentales como la BBC y en la cadena qatarí Al Jazeera y la saudí Al Arabiya. Con semejante curriculum no nos debe extrañar que las principales ONG occidentales aliadas con el Centro para el Estudio de los Derechos Humanos de Damasco actúen como actúan.

Por su parte el Observatorio Sirio de Derechos Humanos no tiene su sede en Siria sino en Londres y está dirigido por Osma Alí Suleiman, alias Rami Abdel Rahman. Según datos de la cancillería rusa, Rami Abdel Rahman es un comerciante, sin formación, y que, como hemos dicho, ni siquiera reside en el país del conflicto. Según, Alexánder Lukashévich: “Según nuestros datos, el ‘Observatorio Sirio de los Derechos Humanos’ que provee los datos, cuenta con tan solo dos personas, un director y un secretario traductor. Está encabezado por un tal R. Abdurajmán, a quien no solo falta la formación periodística o jurídica, sino también una simple educación secundaria completa”.

En noviembre del pasado año Rami Abdel Rahman concedió una entrevista a los medios en los que admitió ser londinense y dueño de una cafetería, exactamente lo que habían dicho los diplomáticos rusos, los cuales intentaron contactar con miembros de esta ONG que evitaron en todo momento darse a conocer. Según la cancillería rusa.“estos hechos hablan por sí mismos sobre la fiabilidad de la información proporcionada por esta estructura”, menciona la cancillería rusa [63].

Para Thierry Meyssan, director de Red Voltaire, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos es en realidad una oficina de los ultraderechistas Hermanos Musulmanes en Londres. Lo grave del caso es que Rami Abdel Rahman es la principal fuente de los datos sobre el conflicto sirio en la que se basan Al Jazeera, Al Arabiya y los grandes medios occidentales por lo que esta información es cualquier cosa menos objetiva. 

Y no solo los medios se basan en esta discutible fuente sino también las ONG como Amnistía Internacional, que incluso lo reconocen en su página web.A pesar de que AI reconoce que no ha pisado suelo sirio, se ha dedicado a difundir toda suerte de noticias sobre supuestas atrocidades cometidas por el gobierno de Al Assad. 

Las noticias, que más bien son rumores, difundidas por AI rara vez dan datos concretos y las fuentes siempre permanecen anónimas, como se puede ver en el siguiente ejemplo tomado de Público del 18/02/2012, uno de nuestros medios más pro-intervención: “Amnistía Internacional dijo que ha obtenido pruebas [?] que muestran la brutalidad del régimen. La organización citó a un sirio, del que no dio el nombre, que dijo que le habían destrozado una parte de la mano con explosivos por negarse a rezarle a una fotografía del presidente Bashar al Assad.”Pero no se citan tales pruebas, ni se nos aclara nada sobre la identidad del denunciante.

Con ese mismo inconfundible estilo basado en la acusación sin pruebas, AI hizo público un informe de 36 páginas, que consistía básicamente en recortes de prensa y vídeos anónimos para “demostrar” las atrocidades en los hospitales de Siria, donde un trabajador de la salud (de nuevo) anónimo afirmaba “... quitaron el respirador al menos a un paciente inconsciente...” [64]. 

El Informe de Amnistía Internacional además aseguraba que los civiles sirios heridos en las protestas “han sido físicamente asaltados en los hospitales estatales por el personal médico, en algunos se les niega la atención médica, mientras que otros han sido detenidos o han desaparecido simplemente en el hospital”. Sin embargo, Franklin Lamb del Foreign Policy Journal comprobó sobre el terreno que las acusaciones de AI contra los hospitales sirios eran falsas y aseguró que son gratis para todo el mundo, incluso para los extranjeros (incluidos los judíos a pesar de que Siria no reconoce el estado de Israel) y que sólo hacen preguntas de índole médica a los enfermos, nunca políticas[65]. 

En realidad, las fuentes en las que se basa el informe de AI son las cadenas de las petromonarquías del Golfo Al Jazeera y Al Arabiya y varios clips anónimos de YouTube, es decir, las mismas que se utilizaron para demonizar al gobierno libio y justificaron la intervención de la OTAN en aquel país.

Otro informe de AI titulado »Crackdown in Syria: Terror in Tell Kalakh« “reveló” crímenes contra la humanidad en una localidad siria. El informe pretendidamente “documenta muertes bajo custodia, torturas y detenciones arbitrarias que tuvieron lugar en el mes de mayo [de 2011], cuando el ejército y las fuerzas de seguridad de Siria llevaron a cabo una amplia operación de seguridad, de menos de una semana de duración, contra los residentes de esta localidad cercana a la frontera con Líbano”.
AI dice que las “documenta” pero a renglón seguido admite que “las conclusiones del documento se basan en entrevistas realizadas en Líbano y telefónicamente a más de 50 personas en los meses de mayo y junio” [66]. En la portada del artículo, por cierto, no hay ninguna foto de ningún crimen contra la humanidad, sino la foto de un tipo con un ordenador detrás. Y esto es la regla en todos sus “informes”.

En otro artículo en cuyo titular AI habla de “masivas manifestaciones” asegura que “decenas de miles de personas se manifestaron este viernes en varias ciudades sirias”. En Homs “nueve manifestantes resultaron heridos por disparos de las fuerzas de seguridad”. Tampoco aquí hay fotos de esas “decenas de miles de personas” en las masivas manifestaciones, sino de una columna de tanques del ejército. Sin embargo, sí que se indica claramente la fuente que no es otra que “Rami Abdel Rahman” del “Observatorio Sirio de Derechos Humanos” [67].

De manera incluso más burda, Human Rights Watch contribuyó a la causa del “intervencionismo humanitario” con un informe sobre centros de tortura del gobierno del Al Assad tan sensacionalista como inverosímil. En efecto, a principios de julio de 2012, coincidiendo con un aumento de las hostilidades de los grupos islamistas contra el estado sirio, HRW entregó a los grandes medios un informe (que como es habitual fué difundido profusamente y sin ser sometido a ningún tipo de cuestionamiento) en el que se hablaba de centros de detención donde el “régimen” de Al Assad torturaba a inocentes civiles, incluso “ancianos, mujeres y niños”. Y para probar tamaña acusación, HRW editó un vídeo [68] en el que los testigos eran personajes sin nombre y con el rostro tapado, es decir, que podían ser realmente cualquiera. Además no hay imágenes reales (fotos, filmaciones) que demuestren la existencia de estos centros de tortura. Probablemente fue la falta de imágenes (que son las que realmente podrían sobrecoger al lector) de estas supuestas torturas lo que motivó que HRW ilustrara su informe con... ¡dibujos! La burda manipulación no pasó desapercibida para buena parte del público que protestó, por ejemplo en los comentarios a esta noticia del diario Público, un diario que se presenta como “de izquierdas” pero que, como escribió un lector en esos comentarios“es el órgano oficial del emirato de Qatar” [69]

Sin embargo, HRW permanece muy callado ante las violaciones de los derechos humanos de los EE.UU y sus aliados, como las torturas de Guantánamo o las tropelías del ejército israelí en los territorios palestinos o los drones “made in USA” que asesinan decenas de personas en Pakistán, Yemen o Somalia periódicamente... ¡De todo ello, por cierto, sí que hay imágenes reales! Puro humanitarismo selectivo financiado ya sabemos por quién.

Otra ONG que ha hecho lo propio para llevar a Siria al caos ha sido Acción contra el Hambre. Esta organización fundada en Francia en 1979 y apadrinada por una serie de intelectuales pro OTAN, como Françoise Giroud, Guy Sorman, Jacques Attali y (¡no podía faltar!) Bernard-Henri Lévy, inauguró su lucha contra el hambre de manera absolutamente selectiva: dieron alimento en Pakistán a los islamistas que huían del ejército soviético. 

Pues bien, en el caso de Siria habría que hablar de Jonathan Littell, miembro franco-estadounidense de esta ONG que estudió en Yale y vive en Barcelona. Littell, que ya trabajó con Acción Contra el Hambre durante la guerra de Bosnia y donde se vio su tendencia anti serbia y pro OTAN, pasó clandestinamente la frontera siria como periodista “incrustado” en las filas opositoras y se ha dedicado a escribir propaganda de guerra que ha publicado puntualmente por entregas el diario El País [70]. Se da la circunstancia que este individuo también desarrolló su labor humanitaria en Chechenia y Afganistán donde trabajó codo con codo con Bernard-Henri Lévy e incluso en Moscú; de hecho es autor de un largo y detallado informe sobre los servicios secretos rusos, lo cual no parece estar muy relacionado con el hambre ni con el humanitarismo [71].

Por último, citaremos el caso de la ONG Avaaz, una organización especialmente diseñada para esparcir simpatías hacia los mercenarios pro OTAN que actúan en Siria entre la izquierda occidental. 

Surgida en 2007, esta ONG dice defender causas tan nobles como la lucha contra la pobreza, el respeto al medio ambiente, la paz en oriente medio, dice estar en contra del “choque de civilizaciones”, etc. Además en España apoyó la campaña para echar a los políticos corruptos de las listas electorales. Sus campañas se difunden a través de las redes sociales y de correos electrónicos dando una imagen muy “democrática”. También critican al establishment norteamericano, pero, ¡ojo! solo a parte de él, a la facción representada por el Partido Republicano, de ahí sus campañas contra Paul Wolfowitz o contra el ex presidente George W. Bush. Es más si uno sigue profundizando en la verdadera naturaleza de esta ONG descubre que apoyan las versiones oficiales del 11 S o la del calentamiento global y lo que es peor, apoyan las Revoluciones de Colores y la Primavera Árabe. Así Avaaz abogó por crear la “zona de exclusión aérea” en Libia que dio pie a la intervención de la OTAN. Todo esto hace preguntarse a uno quién está detrás de esta organización.

Para empezar, el que Avaaz coorganizara en 2007 el primer discurso del británico David Miliband, Ministro de Exteriores del gobierno de Gordon Brown, nos pone sobre la pista de sus financiadores. Hemos dicho “coorganizar” porque el otro socio que participó en esta gestión fue la ya mencionada Chatham House. Por la Chatham House han pasado oradores como David Cameron, Ban Ki-moon, Hamid Karzai, Condoleezza Rice, Gordon Brown y Pervez Musharraf, y en tiempos, Ronald Reagan. 

Por otra parte, Avaaz fue fundada por políticos (como el ex congresista demócrata y con vínculos con la Liga Nacional del Rifle, Tom Perriello) vinculados a la organización Catholics in Alliance for the Common Good, que representa al lobby católico en los EE.UU. Finalmente, hay que contar a la Open Society del famoso magnate George Soros (y vinculado al CFR) entre sus financiadores, una organización que está detrás de las Revoluciones de Colores del la Europa del Este [72]. 

Todo esto explica la actuación de Avaaz en el conflicto sirio. Avaaz se ha dedicado a surtir a la izquierda de información intoxicada sobre Siria, disfrazando a los yihadistas pro OTAN de romántica guerrilla revolucionaria que lucha contra un gobierno genocida y fascista. 

Precisamente, uno de los más lamentable circos mediáticos contra Siria lo protagonizó un opositor sirio ("Syria Dany",anteriormente citado) que era miembro de Avaaz y que aparecía vía Internet en un programa de la CNN fingiendo que estaba en mitad de una “campaña de exterminio de opositores” del ejército sirio [73].

A Avaaz, por cierto, le ha salido un émulo por estas latitudes. Usando el recurso de recoger firmas por Internet contra los gobiernos (con especial predilección contra los gobiernos que molestan a EE.UU. y sus socios, claro está) se ha creado en nuestro país Actuable, una ONG afín al PSOE que, como Avaaz, se ha dedicado a presentar la Primavera Árabe como una romántica oleada de revoluciones. 

Una de sus campañas, por cierto difundida vía email por el Movimiento 15 M, tenía como protagonista a la joven siria residente en Barcelona Ghaida Alhamwi, de 22 años, que dice temer por la vida de su familia en Homs, según ella, cercada por el ejército de Al Assad. No sabemos si es cierto que su familia está o ha estado en peligro en Homs pero sí sabemos que Ghaida no es una siria cualquiera. Alhamwi pertenece a una organización que apoya desde España a la oposición armada siria (la Asociación Sirio-Catalana Libre), es becaria en la elitista Universidad Pompeu Fabra [74] y lo que pretende del gobierno español y la UE, a tenor de lo que se puede leer en la petición de Actuable, es que presionen en la ONU a favor de una intervención en el país árabe.


ANEXOS

1. LA AYUDA HUMANITARIA COMO ARMA.

Ayudar a personas a sobrevivir catástrofes o guerras es el principal argumento de las ONG para justificar su trabajo. 

Este objetivo, aparentemente noble, esconde intereses económicos y políticos [75], es completamente nefasto en la práctica para quienes se pretende ayudar [76], y además de tener un tufillo racista insoportable, es uno de los principales focos de corrupción en el llamado tercer mundo [77], dando lugar a la aparición de lo que puede denominarse mafia humanitaria [78]. 

En la práctica, la consecuencia de la llamada ayuda humanitaria es la aparición de relaciones de dependencia entre las víctimas de las catástrofes y quienes las pretenden ayudar. La prolongación del sufrimiento que da lugar a dicha dependencia es beneficiosa para las ONG, dando un sentido a su existencia y garantizando su financiación (del 50% al 90% de las donaciones a ONG se emplean en los gastos internos de dichas organizaciones); de esta forma, el sufrimiento de las personas es indispensable para la supervivencia de las ONG, dando lugar a un distanciamiento hacia quienes pretenden ayudar, que a su vez provoca la aparición de abusos sistemáticos por parte de los "salvadores" [79].

Provocando una crisis humanitaria : el ejemplo de Homs.

En las zonas en guerra, las ONG disponen de un poder real: disponen de alimentos y las medicinas, algo cuestión de vida o muerte, lo que les permite crear lazos de dependencia e influencia sobre la población de manera paralela a los canales gubernamentales. Y, debido a su prestigio y su contacto con el resto del mundo, pueden inclinar la balanza de la opinión pública a favor del bando que apoyen (abierta o encubiertamente); además, ambos factores pueden utilizarse para crear canales de apoyo clandestinos a guerrillas y movimientos opositores.

En Siria, los "rebeldes" respaldados por la OTAN se han dedicado desde el principio a destruir las infraestructuras gubernamentales; su objetivo era hundir el aparato estatal a través de un caos humanitario gigantesco, siguiendo la lógica de las llamadas Guerras de Cuarta Generación (4GW) [80].

Dentro de esa táctica la destrucción de las infraestructuras, las redes energéticas y de comunicaciones tienen una importancia mayor que los enfrentamientos directos con el estado, ya que si este es incapaz de
cubrir -siquiera minimamente- las necesidades de sus ciudadanos, perderá su lealtad.

También con este objetivo, los rebeldes han ocupado el casco viejo de las principales ciudades y llevado a cabo asesinatos selectivos, sembrando el terror y el caos.

Lo ocurrido en la provincia de Homs, una provincia con dos millones de habitantes y con importantes minorías (cristianos, chiitas, etc), y cuya capital es una de las mayores ciudades de Siria, es un ejemplo de lo ocurrido en todo el país. 

A mediados de 2011, los "rebeldes" iniciaron una campaña de terror similar a las vividas en las peores épocas en Irak, que hoy se sabe fue provocada de manera consciente por las fuerzas de ocupación de los EEUU para impedir el surgimiento de una resistencia general contra la ocupación; según descubrieron recientemente la BBC y The Guardian, al mando de la operación estaba el General de los EEUU James Steele, antiguo responsable de organizar los escuadrones de la muerte en El Salvador, famosos por sus salvajadas [81]. 

En aquella época, el embajador de EEUU en Iraq era John Negroponte, antiguo embajador de EEUU en Honduras en 1981-85, donde se encargó de organizar los escuadrones de la muerte nicaragüenses (la Contra); Robert Ford, futuro embajador de Siria hasta la "revolución" de 2011, trabajó de 2004 a 2006 como "Political Officer" en la embajada de EEUU en Bagdad, mientras Negroponte supervisaba la creación de los escuadrones de la muerte iraquíes [82].

La campaña de terror que desataron los rebeldes estaba perfectamente organizada, como puede comprobarse en lo sistemático de sus asesinatos en Homs a partir de septiembre de 2011: el día 25 asesinaron el doctor Hassan Eid, director de la unidad de cardiología del Hospital Nacional de Homs; el día 27 asesinaron a Nael al-Dakhil, decano de la facultad de químicas de la Universidad de Homs; el 29 asesinaron a Aws Abdel Karim Khalil, ingeniero en física nuclear y decano de la universidad de Homs;el 3 de octubre asesinaron a Mohammad al-Omar, profesor de historia en la Universidad de Homs, así como a Saria Hassoun, hijo de Ahmad Badreddin Hassoun, el gran muftí de Siria (la mayor autoridad de los musulmanes sunies sirios)... [83]. Al mismo tiempo, los "rebeldes" ocupaban el casco histórico de la ciudad, llevando a cabo una limpieza étnica de las zonas habitadas por minorías no suníes; como pudo comprobar la ONU, sus salvajadas (limpieza étnica de cristianos y otras minorías, degollamientos públicos, etc) generaron una atmósfera de terror provocando la huida general de los 400.000 habitantes del centro de Homs (convertido en el Califato de Baba Amro) y de otras zonas de combates hacia la periferia, provocando una crisis humanitaria enorme; hoy día, el barrio de al-Waar ha pasado de 150.000 a 700.000 habitantes en poco tiempo [84].

La gran ofensiva mediática de las ONG en apoyo de los "rebeldes".

En medio de esta carnicería, los rebeldes pusieron especial énfasis para empeorar la situación de la población. A los ataques sistemáticos contra los trenes, la infraestructura energética y la red eléctrica [85] se unió la destrucción del sistema sanitario: en la provincia de Homs volaron por los aires uno de los mayores hospitales de Siria, en la ciudad de Qusayr, con enfermos y personal sanitario dentro, con la excusa de que también atendía a heridos del ejército[86]

No obstante, las ONG nunca han criticado dichas salvajadas, pese a que son crímenes de guerra que violan la Convención de Ginebra, al estar claramente dirigidas a provocar el sufrimiento de la población: "ya no tenemos suficiente gas de calefacción para los meses de invierno. Ahora la situación va a empeorar" [87]

En lugar de ello, MSF publicó poco después un informe acusando al gobierno de utilizar el sistema sanitario para combatir la rebelión y sus partidarios entre la población (!), informe que no cumple los mínimos requisitos para ser considerado veraz: sus fuentes de información son anónimas (o de la oposición), y no intentó confirmarlas -o refutarlas- sobre el terreno [88].(88.1)
Meses después, durante una ofensiva "rebelde", MSF y los medios de comunicación occidentales lanzaron una nueva campaña contra el gobierno, acusándole de torturar "rebeldes" en los hospitales, difundiendo un vídeo sobre supuestas torturas a los detenidos en el hospital militar de Homs [89]. 

Nada más emitirse, la Alta Comisaria de la ONU para Derechos Humanos, Navi Pillai, lo utilizó para defender un informe de su departamento (que Rusia denunció por partidista [90]) que acusaba al gobierno sirio de la mayoría de las violaciones de los derechos humanos. 

Pillai ha trabajado previamente en los tribunales internacionales creados para juzgar el genocidio de Ruanda y los crímenes de guerra en Yugoslavia, tribunales creados por occidente para encarcelar a sus oponentes; además, un forense del Tribunal Penal Internacional defendió la veracidad del vídeo, pero no tardó en comprobarse que era una burda falsificación [91].

Pero más grave que las acusaciones de MSF y la Cruz Roja han sido sus omisiones, o verdades a medias: los rebeldes nunca son culpables de nada; de hecho, solo nos hemos enterado de las gravísimas violaciones de los derechos humanos (canibalismo incluido) por los rebeldes gracias a su exibicionismo y a YouTube, ya que las ONG nunca han levantado la voz para denunciarles. Y es lógico que así sea, ya que si se supiese lo estrecho que son los lazos de las ONG con los fundamentalistas en Siria se desataría una (merecida) ola de indignación. 

Un ejemplo es su colaboración en el frente: MSF defiende, orgullosa, el tener cinco hospitales en territorio rebelde, camuflados para que el gobierno no los localice [92], lo que no les ha impedido protestar cuando uno de esos hospitales ha sido alcanzado en un bombardeo [93]. Lo que MSF no dice es que esos hospitales no son para la población civil, sino que están levantados cerca del frente, para los heridos en combate [94]; de hecho, los civiles tienen prohibido usarlos [95] [95.1].

 Así, MSF colabora de manera indirecta pero fundamental en el esfuerzo de guerra y la logística de los ""rebeldes", igual que Israel, que además de apoyar militarmente a los "rebeldes" también ha levantado un hospital para ellos en los Altos del Golán [96], y ha declarado preferir una Siria fundamentalista [97]
Es necesario destacar que MSF normalmente actúa con el consentimiento de los gobiernos, con dos o tres excepciones a lo largo de su historia; "casualmente", uno de esos casos fue Afganistán, donde MSF junto a Bernard-Henry Levy y otros intelectuales de salón apoyaron a guerrillas fundamentalistas creadas y financiadas por occidente, curas y terratenientes, en contra de un gobierno secular.



Las ONG, parte del aparato logístico de los "rebeldes".

Más grave aún que el difundir mentiras es la participación activa de las ONG en el suministro de los rebeldes. 

El control de los suministros es esencial para ganarse el apoyo de la población, por ello destruyen ellos las redes de suministro del gobierno. 
Según testimonios recogidos por la periodista Silvia Cattori en la provincia de Homs, la Cruz Roja ha entregado suministros a los islamistas que ocuparon Qusayr, y no a los civiles [98]

En Aleppo, cuando el Frente Al-Nusrah (afiliado a Al Qaeda, calificado por EEUU de organización terrorista y con un amplio historial de crimenes contra los civiles) logró hacerse en noviembre de 2012 con el control de los depósitos de harina gubernamentales, provocó un alza inmediata de los precios, lo se convirtió en un motivo de protesta contra ellos, que fueron acusados de corrupción [99] [99.1] [99.2] [99.3]. La situación se logró superar gracias a la intervención de EEUU, que de manera discreta se encargó de suministrar harina a Al-Nusrah a través de USAID, según ha informado el Washington Post [100]; de esta forma, el gobierno de los EEUU colabora con una organización que considera terrorista y que, además, afirma formar parte de Al-Qaeda... 

No solo EE.UU. ha decidido apoyar a los ´"rebeldes". MSF ha llegado incluso a pedir publicamente que se ignore el veto de Rusia en la ONU y se lance una intervención "humanitaria". El Dr. Berés, uno de los fundadores de MSF, pide"intervenir sin la luz verde de la ONU... o al menos, habría que armar seriamente (a los rebeldes)". Lo interesante de estas declaraciones es que Berét conoce bien a los rebeldes: meses más tarde, tras volver de Aleppo, Berés afirmó que la inmensa mayoría de los combatientes eran islamistas fundamentalistas, siendo extranjeros la mayor parte de ellos: "algunos eran franceses y completamente fanáticos sobre el futuro"... [101] [101.1]. Esto no ha impedido que, a día de hoy, Berés (y MSF) sigan apoyando a los fundamentalistas.


2. FUNDADOR DE REPORTEROS SIN FRONTERAS (RSF) CANDIDATO FASCISTA.

Robert Ménard, fundador y ex director de la ONG Reporteros sin Fronteras (RSF) será candidato en las próximas elecciones municipales de marzo de 2014 en Francia con el apoyo del partido de ultraderecha Frente Nacional, anunció el viernes la presidente del movimiento de extrema derecha Marine Le Pen. 

La postulación de Ménard confirma lo que sus discursos habían delatado: su afinidad por la extrema derecha. “Se debe defender la libertad de expresión de la extrema derecha” declaraba Robert Ménard a Nouvelles de France en abril de 2011.

 Ménard parece haber ido más allá, asumiendo una cercanía cada vez más evidente con el partido francés de extrema derecha Frente Nacional (FN) y confirmó la noticia de su candidatura a la alcaldía de Béziers el jueves a la radio France Bleu Hérault, según información del diario Metro News. Dos años después de la publicación de su panfleto “Vive Le Pen!” (Le Pen preside el principal partido de extrema derecha francés), tanto su discurso como su aprecio por la extrema derecha resultan más claros. 

Ménard, que se autoproclamó “apolítico”, también se declaró encantado” por el apoyo recibido del Frente Nacional a su lista en una entrevista en la radio pública francesa France Info.

Este acercamiento con el partido derechoso no tiene nada de sorprendente. Este francés nacido en Argelia, de 54 años, hijo de un militante de la OAS (Organización del Ejército Secreto, una organización terrorista de extrema derecha que sembraba terror entre Francia y Argelia entre 1961 y 1962), maneja desde hace algunos años un discurso muy cercano a los alineamientos ideológicos del FN. Una entrada de su blog del pasado verano recalca unas preocupaciones xenófobas y que podrían salir de la pluma de un responsable político de extrema derecha. “En el departamento del Sena-Saint Denis, «19 % de los menores de 18 años eran de origen extranjero en 1968, mientras que eran 57 % en 2005, y hoy probablemente esta cifra es mucho mayor». ¿Qué hace el Ministro de interior frente a esto que tenemos que definir como migración de asentamiento?” pregunta en una entrada titulada “Blancs, white, blancos”. Es una posición política de Marine Le Pen que el periodista, ex trotskista, comparte ahora con ella. 

La nota de Metro News señala que si bien se le reconoce acciones a favor de los Derechos Humanos, Robert Ménard se mantiene sin embargo en tierras muy conservadoras en cuanto a la vida en sociedad. Lo evidencia el famoso episodio en que tomó partido por el recurso a la tortura durante un programa de la radio France Culture. También había provocado un escándalo tras declarar que no quería que sus hijos fueran gays. Luego explicó su opinión en su blog: “En una sociedad como la nuestra, es mucho más fácil efectivamente ser heterosexual que ser gay. Mi preocupación por mis hijos hace que no les desee nada que dificulte sus vidas”. En el 2010, Menard, abogaba por la pena de muerte: “estar a favor de la pena de muerte no le convierte a uno en un monstruo al que se le excluiría de la humanidad conformista y conveniente” defendía en la radio France Inter.


3 AMNISTÍA INTERNACIONAL, COLONIALISMO CON UN ROSTRO AMABLE.

Si necesita más pruebas de que Amnistía Internacional es para el siglo XXI lo que eran los bebedores de ron que acarreaban La Carga del Hombre Blanco en el siglo XIX, eche un vistazo a su actual campaña por un tratado global para el comercio de armas mano de armas y bombas. Es una llamada a favor de un reparto del mundo de estilo colonial, entre aquellos considerados decentes y adultos no solo para poseer armas sino también para decidir quién puede poseerlas (nosotros), y los juzgados demasiado infantiles y brutales como para permitirlos estar cerca de armas, dando rienda suelta al “peor tipo de atrocidades“ (ellos).

Dado que Estados Unidos ha utilizado su vasto arsenal para causar más destrucción en todo el mundo que cualquier otra nación en los últimos 10 años, es extraño que Amnistía les pida que lideren el camino para la restricción del flujo de armas a los países “equivocados“. 

Amnistía quiere que Washington dé su bendición a un tratado que restrinja la venta mundial de armas en el caso de que exista un “riesgo sustancial“ de que dichas armas sean “utilizados para cometer graves violaciones de derechos humanos“ (No quiero ser gracioso, pero ¿para qué otra cosa se utilizan las armas? ¿Para hacerle cosquillas a la gente?). Amnistía dice que Washington debe “demostrar un verdadero liderazgo“ en el tema del comercio de armas y “enviar un claro mensaje a otros líderes mundiales“ de que no tolerará que las armas caigan “en manos de los violadores de los derechos humanos“ (105).

Esto es un poco como pedir a Rose West (106) que cuide de chicas que se han escapado de casa de sus padres y se asegure de que no sufrirán ningún daño. 
¿Por qué pedir a una nación que ha cometido numerosas “atrocidades“ y “violaciones de los derechos humanos“ que autorice un tratado que supuestamente ha de prevenir que ese tipo de cosas sucedan en otros lugares, quitando las armas de las “manos equivocadas“? Se debe a que, al igual que sus antepasados moralistas del movimiento colonialista del siglo XIX, Amnistía cree que Occidente es fundamentalmente decente, cuyas guerras no son más que una aberración de su carácter habitual, y que tiene una responsabilidad moral para desarmar y pacificar y por extensión a civilizar la hordas armadas hasta los dientes que hay por todas partes, cuyas guerras son una expresión de su carácter innatamente deformado.

La demanda de un tratado destinado a impedir que los países occidentales vendan sus armas a los países extranjeros calificados como inadecuados suena radical, un poco como si los activistas de Amnistía Internacional se pegasen con la industria armamentista y redujesen sus ganancias un poco. 

Pero en realidad, lo que Amnistía está pidiendo es la concentración de armamento en manos de las naciones más poderosas, supuestamente de confianza, y también está pidiendo para esas naciones que desempeñen el papel de controladores globales de la guerra y la paz mediante la garantía del flujo de armas a algunos países, pero no a otros. No hay nada remotamente radical en suplicar a Washington y sus compañeros occidentales que decidan qué países pueden luchar en guerras y cuáles no.

Probablemente la cosa más condescendiente sobre la campaña de Amnistía es su convicción de que sólo mediante la eliminación de las armas de zonas del mundo caóticas sumergidas en conflictos podríamos detener las guerra. Amnistía dice que la causa de un conflicto mundial actual es el hecho de que vivimos en “un mundo inundado de armas y equipos militares que son muy fáciles de obtener“. Desde este punto de vista moralista, las armas mismas provocan las guerras, las armas son los controladoras reales de conflictos por doquier; la gente “equivocada“ ve que estas armas son bastante fáciles de comprar, por lo que las compran y matan a gente con ellas - presumiblemente por la emoción de hacerlo. 

En realidad, las guerras que se libran en África y en otras partes son fundamentalmente conflictos políticos o territoriales; son luchas por el poder y los recursos, lo mismo que las guerras de los gobiernos occidentales. La guerra es la búsqueda de la política por otros medios por allí, tanto como lo es por aquí. 

Al describir estos conflictos como un producto del tráfico de armas, Amnistía roba a los países no occidentales su condición de actores adultos, como criaturas de la política y el poder, y los reduce al papel niños crecidos que juegan con juguetes peligrosos simplemente porque pueden.

Los conflictos políticos necesitan soluciones políticas, no de hombres de piel blanca con casacas decretando qué extranjeros pueden ser armados y cuáles no. Han pasado más de cien años desde que Kipling, en su poema La carga del hombre blanco (107) (107.1), describiese a ciertos pueblos extranjeros como “medio diablos y medio niños“. Es deprimente ver cómo grupos como Amnistía Internacional todavía mantienen esa visión de la realidad.

COMENTARIO (Amor y Rabia): Un año después de que AI propusiese que occidente controlase el tráfico de armas global (definiendo a quién armar y a quién no), se pueden ver las consecuencias que habría tenido dicha propuesta: en Siria, mientras Rusia se ha opuesto en el G8 (junio 2013) a imponer un embargo de armas contra el gobierno sirio, quienes lo piden se están dedicando a armar a la oposición, que busca derribar al gobierno y está dando muestras de un increíble salvajismo, llegando incluso a prácticas de canibalismo y limpieza étnica, matando mujeres por divorciarse o niños por blasfemar. AI brilla por su ausencia a la hora de denunciarlo, aunque incluso el jefe de la ONU ha denunciado que el envío de armas a los rebeldes retrasa la solución del conflicto sirio.



4. ¡OLVIDA LO QUE HAS VISTO! UNA DESPEDIDA DE AL JAZEERA.

"¿Qué es para usted un atentado terrorista y qué es una ataque de la resistencia legítima?“, me preguntó un día de otoño en Bagdad el libanés Nabil Khoury, portavoz del ministerio de asuntos exteriores de EEUU en Irak. Su mirada estaba llena de reproches. A fin de cuentas, para los políticos y medios de comunicación americanos Al-Jazeera era sospechosa de apoyar la violencia en Irak durante la ocupación. "La cosa es sencilla, señor Khoury“, le respondí,“acciones contra objetivos militares americanos son resistencia. Matar civiles iraquíes es terrorismo“. “¡Un ejemplo!“, me exigió. “Bueno, ayer fue bombardeado con cohetes el hotel Al-Rashid, en el que el ejército americano tiene su estado mayor. Eso es resistencia““¡Aktham! Yo estaba en el hotel. Las explosiones tuvieron lugar tan cerca, que me caí de la cama. Algunos amigos y colegas míos fueron heridos“

Por mucha simpatía que tuviese con el señor Khoury no podía cambiar la definición. El derecho a la resistencia contra una ocupación es un derecho internacionalmente aceptado, más allá de simpatías o antipatías. Era la época de la claridad y de la (al menos relativa) arrogancia en Al-Jazeera. Uno se sentía obligado a servir a la verdad y los principios del periodismo independiente, costase lo que costase. Las críticas a la cadena desde fuera y sobre todo delante de las cámaras se consideraban una confirmación, y era un material de publicidad bienvenido, que recopilado se mostraba de manera constante en la propia pantalla.

Una emisora en descenso.

Los telespectadores árabes hoy día aún recuerdan la contraposición del ministro de defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, y del ministro de información iraquí, Mohammad Said Al-Sahhaaf en una de esas secuencias. Ambos decían: “Al-Jazeera no dice la verdad“. Al-Jazeera actuaba entonces siguiendo la divisa: si ambas partes del conflicto dicen eso, entonces eso confirma la veracidad de nuestras informaciones. 

Políticos, partidos y gobiernos estuvieron enfurecidos con Al-Jazeera durante largos periodos de tiempo; los teleespectadores y los trabajadores de la cadena, en cambio, eran felices. La caída entre los años 2004 y 2011 tuvo lugar despacio, de manera subliminal y muy lentamente, pero con un final catastrófico.

"¡Ali! Soy yo, tu colega de Berlín. ¿Has visto las publicaciones en internet sobre la supuesta correspondencia por email entre tú y Rola?“, pregunté por teléfono a principios de este año a Alí Hasem, corresponsal de la cadena en el Líbano. Poco antes había encontrado la publicación de supuestos emails de trabajadores de Al-Jazeera por el llamado "Ejército Electrónico Sirio“, un grupo de hackers partidarios del gobierno sirio. El corresponsal Ali Hasem había informado por email a la moderadora siria Rola Ibrahim que trabajaba en la central en Qatar que en el año 2011 había visto y grabado a revolucionarios sirios armados en la frontera del Líbano. La emisora no había emitido las imágenes, porque mostraban una marcha de personas armadas, que no pegaba con la historia deseada de un levantamiento pacífico. “Mis jefes me dijeron ¡olvida lo que has visto!“, escribía Hashem a Rola según lo que se había publicado. Ella respondió que ella trampoco lo tenía fácil. Se la había "humillado masivamente, tan sólo porque con mis preguntas había puesto en un compromiso al portavoz de la opositora Hermandad Musulmana en Siria, Zuhair
Salem, en una emisión de noticias. Me amenazaron con expulsarme de lo relativo a entrevistas relacionadas con Siria y tan sólo poder presentar las noticias nocturnas, con la excusa de que estaba amenazando el equilibrio de la cadena“.

Los errores se convierten en la norma.

¿Imágenes “deseables“ y menos deseables? ¿Castigos por entrevistas “críticas“? ¿En Al-Jazeera? Aquí ha de decirse que, en la guerra de propaganda que enfrenta apartidarios y enemigos del régimen sirio en internet todo es posible, también mentiras y engaños, como se ha demostrado con el paso de los meses desde el alzamiento de marzo de 2011. Los enemigos del régimen quieren mostrar que la violencia viene solo del ejército sirio. Por ello pregunté a Ali Hashem si la historia era verdad. Su respuesta fue demoledora: “Sí, es verdad. Son mis emails con Rola. No sé que puedo hacer“. Pocos días después lo supo. Alí Hashem se fue de la emisora. 

Irse es lo único que le queda a uno, cuando los errores (que siempre hay en el rápido negocio de las noticias) se convierten en la norma, cuando ya no se los reconoce, trata y asimila como errores. “Lo ocurrido ha de tener consecuencias. ¿Qué hacemos si el jefe que le dijo a Ali que olvidase lo que había visto nos dijera a uno de nosotros: ¡olvida que la mano tiene cinco dedos! ¿Tiene la mano más o menos dedos según las necesidades y el estado de ánimo del jefe?“, escribí en el Talkback de Al-Jazeera, una plataforma interna solo para los trabajadores. No hubo reacción alguna. Las discusiones internas ya no estaban bien vistas en Al-Jazeera. Lo ocurrido no fue una excepción. Al contrario: creó escuela. Rápidamente quedó claro para los trabajadores: aquí se trata de política, no de periodismo. O, más exactamente: de la política exterior de Qatar, que de manera sutil había empezado a utilizar Al-Jazeera como instrumento, para elogiar a los amigos y atacar a los enemigos.

Un rehén se convierte en un desertor.

No fue el primer caso. Cuando, a finales de 2011, el corresponsal de Al-Jazeera en Japón tuvo que ayudar en la central durante un mes, le preguntaron los colegas qué pensaba de la información de Al-Jazeera sobre Siria. Respondió de manera esquiva con algo así como: así, así. ¿Por qué? Dijo que desgraciadamente ya no se tomaba la exactitud de las informaciones tan en serio como se debería, y contó de un primo suyo, que apareció pocos días antes en una emisión de la cadena como desertor del ejército sirio. Según una corta grabación aparecida en internet, se había pasado al bando del “Ejercito Sirio Libre“, es decir, los rebeldes.

Es posible que así sea, dijo un colega. “De eso nada. Ése era un video de un rehén. El miedo de mi primo, que había sido hecho prisionero por los rebeldes poco antes, se ve a la legua“. Más tarde dijo Fadi que en Al-Jazeera se cree saber mejor lo que ocurre en Siria que los mismos familiares. “Sólo cuando conté que mi primo desapareció dos días antes de su boda estuvieron algunos dispuestos a reflexionar“, dijo Fadi, “Gracias a Dios no se le ocurrió a nadie la idea de que mi primo quisiese salvarse de un matrimonio forzoso“. Al decirlo no puede sonreír. El primo nunca volvió y se da por muerto. Cuando la historia se publicó en la prensa libanesa, lo único que se le ocurrió decir a uno de los responsables de Al-Jazeera fue “¡Ah, esa prensa amarilla!“.

“Esto es un despacho de la Hermandad Musulmana“.

Al-Jazeera se ha vuelto ingeniosa. Aquellos que protestan en la redacción o que dan la espalda a la cadena, son“partidarios del régimen sirio“, como escribió el jordano Yaser Al Zaatra, próximo al campo islamista, en un artículo como autor invitado en la página de internet de Al-Jazeera en la primavera de 2012. Con el ataque a los propios trabajadores en la propia página de internet se pretende pasar por alto que no es Siria, sino la falta de profesionalidad de la emisora el tema principal. El corresponsal de Al-Jazeera en el Cairo, Samir Omer, abandonó la cadena a principios de 2012 marchándose a Sky News no por Siria sino, como explicó a sus colegas, “porque no lo aguanto más. Esto ya no es un despacho de Al-Jazeera. Esto es un despacho de la Hermandad Musulmana“, es decir del grupo que es apoyado por Qatar en todos los países árabes y que se considera el ganador de la “Primavera Árabe“.

Ministros se con vierten en profetas.

El jefe del despacho de París, Zyad Tarrouch, era de Túnez y no de Siria. Se fue silenciosamente en verano, poco después de las elecciones presidenciales francesas. Nada extraño tras sufrir durante semanas y ser citado continuamente por las autoridades francesas debido a que el invitado permanente de Al-Jazeera, el jeque Yusef Al Qaradawi, en una emisión llamó a asesinar al antiguo dirigente libio Muammar al Gadafi, y la emisora fue denunciada en Francia por “Llamar al asesinato““¡Maldita sea, yo soy periodista!“, murmuraba Zyad en sus últimos días en la emisora. Cuando entonces el corresponsal ruso Mohammad Al Hasan abandonó la emisora en verano, y dijo a las agencias de prensa que le preguntaron que se iba porque se esperaba de él informaciones difamatorias sobre Rusia, las mentes ingeniosas de la redacción lo justificaron diciendo que se iba, porque quería abrir una caseta de Döner-Kebab en Moscú.
Es difícil saber qué hacen hoy día ambos pensionistas, el ex-ministro de defensa estadounidense Donald Rumsfeld y el ex-ministro de información iraquí Mohamman Said Al-Sahhaaf. 

La emisora les daría una alegría a posteriori. Ambos han pasado a la historia como profetas, por su afirmación “Al-Jazeera no dice la verdad“. Ahora, casi diez años después, su afirmación se ha hecho realidad. Ha llegado por tanto el momento. También para mí significa esto que es la hora de irse. Desde octubre (del 2012) el corresponsal de Alemania de Al-Jazeera ya no está “on air“.


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Publicado originalmente en: Kuestionatelo

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